Mientras Pietro y Lily caminaban por la costa, con Paola y Paloma en brazos, Emma miraba a sus padres
- Eva ¿Ya podemos amigarnos con papá?
- Aún no, Emma – repetía Eva
- Pero yo ya quiero decirle papá
- Pues dile tú, yo no – se encogió de hombros
Un par de meses después
- Eva, creo que el Señor Vermont de verdad se pone triste cuando le dices Pietro – comentó de manera casual el secretario Han mientras servía la merienda de Eva en la oficina en lo que Pietro terminaba su reunión
- Eso es bueno
- ¿Por qué es bueno que el Señor Vermont se ponga mal?
- Porque se emocionará más cuando le diga papá –Eva puso los ojos en blanco
- ¡¿Ya le vas llamar papá?! – preguntó el secretario, emocionado
- No, todavía no necesito nada importante
Abriendo y cerrando la boca sin saber qué decirle, el secretario Han comprendió que esa niña había heredado de sus padres lo necesario para dejar sin palabras a cualquiera.
“Será difícil para usted Señor” pensó saliendo de la oficina
- ¿Sucede algo, Maximilian