CINCO AÑOS DESPUÉS

- Lily, ¿Estás segura de volver? - Rose preguntó.

- No tengo muchas opciones ¿No? – rio con un toque de amargura.

- Todavía debes hacerte otros estudios, ¿Por qué no vas haciendo eso allí? Yo puedo viajar la próxima semana para ayudarte con las niñas antes de la cirugía.

- El abogado de Cosméticos Loren me envió una citación para presentarme en la empresa esta semana.

- Lily, estoy segura de que hay algo raro en todo esto.

- ¿Más raro que cuando planearon culparme de la muerte de Pablo para echarme del país y quedarse con la empresa de mis padres?

- ¡Lo digo en serio, Lilian Loren! 

- Solo digo que, tratándose de mi tía y Samantha, todo es posible.

- No creo que te transfieran el poder sobre las acciones de tus padres – susurró – el abogado de la empresa fue despedido esta mañana y tu tía lleva tres horas en una junta con los inversionistas, y hay rumores de que…

- Si vas a chusmear en tu trabajo, al menos trata de contar todo completo – se burló.

- Hay rumores de que Samantha comenzará a trabajar en la dirección de la empresa después de su casamiento con el Señor Vermont.

- Uff – se sacudió – pensar en Pietro Vermont aún me da escalofríos.

- Lily… - vaciló sin saber cómo continuar

- Lo sé, si esa unión sucede al fin, será imposible que la junta directiva me apoye.

La respuesta del otro lado de la línea demoró – ¿Crees que Samantha al fin logre casar a Pietro? - preguntó al cabo de un momento.

- Si la maldición Vermont aún tiene efecto en mí, y su matrimonio se define esta semana, será más difícil para mí poder terminar con los asuntos de la empresa antes de la cirugía, pero creo que podré estar de vuelta en mi hogar antes de que eso suceda, con mi bono de Rubens.

- Solo, no te precipites en volver, no pueden apurarte.

-La inmobiliaria necesita negociar con Compañías Vermont las propuestas y es mi último proyecto del año, no puedo defraudar a Rubens.

- ¿Cómo va lo de tu proyecto?

- Tengo que defender mi propuesta en dos horas.

- ¡¿En dos horas?! ¡Lilia Loren! ¿Dónde estás?

- Baje del avión hace un momento, estoy llegando a tu casa – rio

Aunque Lily no podía verla, su sorpresa era obvia

- La semana pasada me dijiste que aún faltaba un mes para armar la propuesta final, no creí que ya estarías en camino.

- Quería darte una sorpresa

- ¿Tu médico te permitió viajar?

- Algo mejor aún, vino conmigo, así que puedo continuar con mis estudios, presentarme en Loren Cosméticos y cerrar el trato de la inmobiliaria con Vermont, si es que tú me ayudas, claro – soltó una risita al final. 

- De esta manera no me puedo negar, ¿no?

- Termina tu trabajo tranquila, te esperaré en el parque en frente, las niñas quieren jugar un rato después del vuelo, fue tan largo.

- ¿Trajiste a las niñas? – cuando se trataba de niños, la voz de Rose se endulzaba de manera automática – No creí que las traerías.

- No podría dormir tranquila lejos de ellas.

- Okay, espérame en el parque, ya voy en camino.

- Termina tu trabajo, no podré compensarte si te despiden 

- ¿La diseñadora Lilian Loren no tiene dinero para compensarme? ¡Estoy segura de que Rubens te pagaría una nana para las niñas!

-Dijiste que me ayudarías, no que te colgarías de mí - sentía un calorcito en su pecho al pensar que al fin vería a Rose después de tanto tiempo.

Lilian Loren bajo del taxi en una pequeña plaza, justo en el medio de una zona de edificios residenciales con decenas de años en funcionamiento, caracterizada por mantener los mismos inquilinos durante generaciones.

Con una creciente nostalgia en su interior, sostenía a ambas niñas de las manos mientras miraba alrededor.

Juraría que el aroma de aquella zona era el mismo que años atrás, cuando la familia de Rose la acogió después de ser expulsada de la mansión Vermont.

El color de los edificios tampoco había cambiado.

La pintura blanca se tornaba amarilla con el paso del tiempo, y se descascaraba ahí en donde el agua de las lluvias se filtraba o en donde el sol posaba su mirada todo el día.

En esa época del año las lluvias eran pocas, pero de gran fuerza y la humedad se mantenía constante gracias a la costa a unos kilómetros.

Sabía que en cuanto llegara, tendría que hacer frente a todos los recuerdos de cinco años atrás, pero con dos niñas en sus brazos en un país extranjero y sin un solo centavo, estaba acostumbrada a hacer malabares entre tormentas internas y el día a día.

- Mami ¿Podemos jugar en los columpios? – Eva la miraba con sus grandes ojos grises.

- Mami, yo quiero jugar allí – Emma señalaba el extremo opuesto del parque.

- Mami se sentará aquí – se acomodó en un banco a un costado de una fuente – de aquí puedo ver los columpios, ¿Pueden jugar ambas allí? Luego las acompaño hasta allí Emma, ¿Están de acuerdo?

- Pero… - Emma solía ser más impaciente que Eva.

- Emma... - Eva tiró de la manga del saco de Emma -sabes que mami necesita que estemos juntas para poder vernos a ambas, ¿Si te acompaño hasta allí, luego juegas a los columpios conmigo?

- ¡Sí! Te lo prometo – dio un brinco con sus ojos llenos de brillo – mami, vamos allí.

- Está bien, vamos – a Lily le divertía cada interacción de las niñas.

Eva era mayor que Emma por unos cuantos minutos, pero era mucho más madura que Emma, como si le llevara un par de años. Por eso siempre cedía en cosas así ante su hermana menor, al punto que Emma estaba acostumbrada a ello cada vez que salían.

Sin embargo, en casa, había decisiones que Eva tomaba y Emma acataba sin chistar, como la hora del desayuno, el baño y la de dormir, lo que a Lily la ayudaba a mantener una rutina 

Lily estaba realmente agradecida a sus hijas por el equilibrio y el compañerismo entre ellas.

Miró la hora en la pantalla de su celular.

Le quedaba poco más de una hora para su reunión con el representante de Pietro Vermont.

Se permitió acariciar su anillo de bodas.

Respiró profundo.

Aunque Pietro Vermont la hubiera obligado a firmar la anulación de su matrimonio con Pablo, ella seguía aferrándose a lo poco que le quedaba de su boda.

Como un recordatorio constante de la peor decisión de su vida y de la insensibilidad de Pietro y Samantha.

No podía creer que las niñas no fueran de Pablo ¡Eran iguales a él! ¿Cómo podía Samantha sostener que el hombre que con el paso aquella noche no era su esposo? ¡Emma y Eva eran la prueba viviente de que el hombre al que le entregó su primera y única experiencia sexual era su esposo!

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- Señor Vermont, me atreví a venir porque intenté llamarle, pero no logré comunicarme con usted

El mayordomo siguió hablando sin recibir la respuesta de su jefe

- Quería preguntarle si tiene planes de los que pueda encargarme para esta noche.

Pietro ni siquiera lo miró

- Es su cumpleaños Señor

El mayordomo titubeó, pero juntando coraje, continuó.

- Señor Vermont – era la primera vez que el mayordomo de la mansión entraba en la oficina de Pietro Vermont – su abuelo se descompensó y se encuentra en el hospital.

Al notar que Pietro dejaba de mirar la pantalla de la computadora, terminó por soltar lo último que le queda por decir.

- El Doctor dice que esta vez es grave, necesita ir al hospital de inmediato.

Pietro levantó una ceja al escucharlo y le dedicó una mirada rápida mientras escribía en su ordenador.

Luis sabía que Pietro no gastaría palabras en preguntas.

- La Señorita Samantha ha comenzado a mudar sus cosas a la mansión esta mañana Señor

Pietro sacó una carpeta de un estante lleno de papeles detrás de él y comenzó a firmar las páginas una por una.

- Además, ayer... recibimos una llamada y su ... su hermano, al parecer hay nueva información sobre el accidente de su hermano y podría no haber muerto.

- ... - Pietro suspiró aburrido, como si lo que decía no fuera ninguna novedad.

- Señor Vermont, la reunión con el personal de la Inmobiliaria Rubens es en unos momentos – su secretario le informó mientras le indicaba a Luis que se retirara de la oficina.

Pietro miró a su asistente

- ¿Quiere que asista en su lugar?

El asistente intentaba adivinar qué era lo que su jefe quería. Sabía que Pietro no se comunicaba con palabras, había que descifrar su mirada.

- Puede ser un poco personal la reunión si asiste en persona Señor, la diseñadora es una vieja conocida de la familia Vermont.

- ¿A quién enviaron?

- Lilian Loren

Pietro levantó la vista con una expresión perpleja - ¿Li…? ¿Lilian Loren?

- S-sí, Señor- respondió sorprendido - la ex esposa de su difunto hermano.

- ¿Dónde está Samantha?

- Va y viene de la mansión desde ayer, ha pedido verlo toda la mañana, pero se está retirando de nuestras instalaciones en este momento.

- Llama al abogado que la madre de Samantha despidió de Loren’s Cosmética y trae los papeles que te pedí que prepararas.

- ¿Cu- cuáles papeles, Señor Vermont? – sus palmas sudaban, no recordaba haber tenido un encargo del Señor Vermont en ese día.

- Los que te pedí que prepararas después de anular el matrimonio de Lilian y Pablo.

- ¡Ah! Los formularios para acreditar su matrimonio con la Señorita Samantha – soltó un suspiro de alivio en su interior 

- No voy a casarme con Samantha – dijo con el mismo rostro inflexible de siempre

Era hora de que su hermano y Samantha pagaran por haber confabulado contra él desde un principio.

Lo que Luis le dijo, él ya lo sabía desde hacía cinco años.

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