LÍA
— No —. Dije en seco ante la propuesta de Dalton. Sé que era una locura salir a ligar a un extraño, pero él era diferente solo por el hecho de ser mi jefe.
— ¿Cómo? —Mi jefe me cuestionó sin poder creer mi respuesta.
— Gracias por el trago, señor Keeland, de verdad —. Le di una palmadita en el brazo, como si acabara de confesarme que creía en unicornios empresariales y relaciones sin cláusulas—. Pero no.
— ¿Por qué no?
— Porque tú eres mi jefe. Es muy diferente a venir a querer ligar con un extraño a que me líe con mi propio jefe —. Me di la media vuelta y sentí sus pasos detrás de mí.
— Vamos, Lía. Tú necesitas a alguien que te saque de la miseria en la que te encuentras por razones que no me quieres decir, y yo definitivamente no pienso tener un compromiso con Vivianne Sinclair.
—Ni loca voy a ser tu prometida falsa. ¿Estás escuchándote? Eso es una locura. Eres mi jefe ¿Sabes el escándalo que se va a armar en la oficina si se enteran de que soy tu supuesta prometida?
Estaba ater