LÍA
El murmullo de las copas y el tintinear de los cubiertos se fue apagando cuando pedí silencio con un simple gesto de mi mano. El restaurante, aunque elegante, ahora se sentía como una sala de operaciones bajo mi control. Los socios de John, tiburones con colmillos afilados, se inclinaron hacia adelante como si olieran sangre.
Yo respiré hondo y pronuncié.
—Erevos, quiero que les muestres a nuestros invitados tu capacidad predictiva en mercados bursátiles.
La pantalla titiló. Ese círculo verde, latente como un corazón, palpitó con más fuerza. La voz grave emergió, segura, sin vacilaciones.
— Entendido, Lía. He analizado los datos actuales de la bolsa de Nueva York, Londres y Hong Kong. Mi recomendación es invertir, en este instante, en tres activos: ArgonTech (tecnología médica), HydraGreen (energías renovables) y CryptoX-Delta (criptomoneda emergente).
Los socios se removieron, excitados como niños ante un dulce prohibido. John arqueó una ceja, con esa sonrisa que quería ser calma,