LÍA
El silencio posterior a mis palabras fue un pantano espeso. Podía sentir cómo John respiraba con dificultad, cómo su ira se mezclaba con el sudor frío que le perlaba la frente. Erevos, con esa calma mecánica que me erizaba la piel, volvió a hablar. Estaba a punto de hablar, de dar la órden de que continuara, pero me vi interrumpida por Erevos.
— Predicción actualizada: probabilidad del 83.4% de que John Douglas intente una agresión física directa contra mi creadora en los próximos diez segundos.
Las pupilas de John se contrajeron, y en ese instante lo vi. El brillo asesino en sus ojos. La manera en que sus manos se tensaron, como garras listas para lanzarse sobre mí. Gracias a Erevos me estaba anticipando a lo que él estaba a punto de hacer.
— ¡Maldita! —Escupió, abalanzándose hacia mí como una bestia fuera de control.
La había sacado de sus casillas, lo había acorralado y estaba fuera de sí. Eso era lo que había estado buscando, que mostrara sus colores verdaderos frente a las per