DALTON
Dormí poco, por no decir nada. Es que. . . A ver, desde un momento a otro mi mayor preocupación era que a mi mamá no le rompieran el corazón. Nunca me había planteado la posibilidad de que ella rehiciera su vida. Ahora que la posibilidad estaba ante mis ojos simplemente mi instinto de hijo protecto se había encendido.
Siempre la había visto como a mi mamá, y nunca me planteé la idea de que ella pudiera tener el deseo de tener un novio, otro esposo, y esas ganas de volver a estar enamorada. Sin embargo, sabía que lo merecía y me sentí un mal hijo por no haber pensado en ella en ese aspecto.
Entre la confesión de mi mamá, el recuerdo del beso de película con Diego Sinclair y la avalancha de pensamientos sobre el destino de mi familia, sentí que había cruzado el umbral a una realidad paralela. El sol apenas despuntaba, pero yo ya estaba listo, camisa abotonada, café en mano y con el plan en la cabeza. Había algo que tenía que hacer. Algo que, por primera vez en mi vida, no podía d