Mientras lo escuchaba hablar sobre la siembra de tomates, llegó a la conclusión de que tal vez todo pasaba por una razón. Entendió que de haberlo conocido cinco años atrás, no habría estado preparada para un hombre como Santiago. En cambio, tras todo lo ocurrido con Frank, se permitió ser menos analítica, dándose permiso de fijarse en el tipo con pinta de chico malo que le pareció sumamente atractivo. No obstante, en realidad se trataba de un caso de apariencias engañosas, porque había descubierto que él era demasiado dulce.
Se planteó la idea de que, tal vez, todo tenía que ocurrir de esa manera, la manzana, la pelea con Frank, el accidente... Se rio de sí misma al percatarse de que estaba pensando como una de esas protagonistas de películas románticas que creen en el destino, en el amor, en que lo bueno existe. Christina se estaba enamorando y aunque estaba muerta de miedo, decidió que estaba bien sentir temor, porque era una sensación que la hacía sentir viva y prefería mil veces e