Le pareció que todo se sentía intenso, único, apabullante. Era como tomarse un sedante y una bebida energizante al mismo tiempo. Relajante, aunque eufórico. Lo apretó de nuevo contra sí, aferrándose a él, sintiendo cómo se impregnaba del aroma masculino, de todo el sudor que desprendía su piel y que los hacia resbalar uno sobre el otro.
Santiago pasó los brazos tras la espalda de ella, apoyando una mano en cada hombro, atrayéndola hacía sí con cada embestida reiterada, haciendo que la pelvis de Christina se estrellara contra la suya.
-Joder...
Santiago sintió curiosidad por tal expresión.
-¿Pasa algo?
-No... Es que... todo lo haces bien...-admitió al notar que hasta en una posición tan
simple, él lograse tanto.
-Veamos qué tal los haces tú -dijo rondando sobre la cama, sosteniéndola sobre su pecho para arrastrarla consigo.
Christina se quejó, porque estaba muy contenta en donde estaba. A Santiago le causó gracia su descontento, aun así, no la complació retornando a la posición anterio