-No, papá, olvídalo, de verdad, mejor me voy.
-No, no, no, cuéntale Christinita, dile.
Hizo un resumen puntual para dar el asunto por zanjado y marcharse.
-¿Eso es todo? -preguntó Tilza, irónica.
Christina asintió.
-Sabes perfectamente que desde hace rato habrías podido abrir tu propia práctica. Podrías
estar haciendo lo mismo que Jeremy, empleado a otros para que te reporten mayores ganancias. - Se llevó la copa a los labios tomando un buen sorbo -Pero felicidades, hija, por superarte -Christina la miró confundida sin saber si estaba siendo sarcástica -Tu reiterada falta de ambición nunca deja de sorprenderme. Siempre consigues decepcionarme más.
Christina bajó los hombros ante esas palabras demoledoras. Su madre tenía la capacidad de hacerla sentir siempre inservible. Detestaba que fuese incapaz de comprender que el dinero no era su prioridad, que no deseaba ser adicta al trabajo para abstraerse de su vida, sobre todo, desde que había decidido reorganizarla en función a lo que le br