Los primos de Santiago llegaron haciendo escándalo, venían del pueblo y traían consigo vino y un gran pastel para Christina.
-Mira preciosa, tiene almendras fileteadas.
-¿No te gustan las almendras? -preguntó el primo de Santiago, preocupado de no haber
escogido bien.
-Me encantan. Amo las almendras fileteadas.
-Sí, sí, son sus favoritas -aseguró Santiago sonriéndose ladino, mientras veía a su novia
sonrojarse.
-Te estás pasando -susurró a su oído apenas estuvieron solos.
-Te encanta que te de almendras fileteadas. -Rio con picardía, manoseándole el trasero
impúdicamente.
Todos en la casa, fueron testigo de lo bien que le hacia la presencia de Christina a Santiago.
Lucía enérgico, feliz y le había vuelto el buen semblante tras pasar una sola noche a su lado. Sus primos, por más que trataron de levantarle el ánimo en las últimas semanas, no consiguieron una mejoría significativa, mientras que ella apareció con simpleza, como el sol por la mañana, revitalizándolo.
La familia celebró el