Ella obligada a participar en un concurso de belleza para complacer a sus padres ambiciosos, pero en el fondo busca dar a conocer su trabajo como altruista. Él un hombre superficial que ve a las mujeres como algo desechable y solo satisfacer sus ansias carnales. Pero, un accidente y un encuentro lo cambia todo. Un matrimonio arreglado. Un trauma. Y los prejuicios de la sociedad, pondrán a prueba a estas dos almas completamente opuestas. Obra Registrada en fecha 22/02/2025 bajo el número 2505221820669. Todos los derechos reservados, prohibido para la reproducción total o parcial de la historia sin la autorización expresa de la autora
Leer másBastián. -
Me remuevo entre las sábanas de la cama en dónde caí anoche y los resabios de lo que pasé vienen como pequeños flashes a mí memoria…
—Hola, guapo.
La morena de ojos verdes como aguamarinas y curvas perfectas se sienta a mi lado en la barra del bar.
—¿Qué le sirvo a la dama? —pregunta el bar tender y la mujer me mira a mí como si yo supiera lo que desea. Eso lo tengo claro, a mí, pero primero quería disfrutar un poco de mi whisky de 25 años. Me tengo que regodear a veces, no soy tan fácil como todos creen.
Ella sí.
—Una copa de champagne para la señorita, Lewis.
—Excelente elección, señor Walker.
Y ahí estaba la trampa, la zorrita tenía claro quién era yo y después de la copa la haría pagar por su osadía de acercarse a mí…
Los besos desesperados, su cuerpo pegado al mío en el ascensor del hotel y los gemidos que se escapaban de los labios de la morena eran música para mis oídos, estaba caliente y con mi miembro listo para la acción.
Apurado por llegar al cuarto, la tomé en mis brazos como una muñeca de trapo y la lancé sobre mi hombro.
—Oh, Bastián…
Entré a la habitación del hotel con la mujerzuela esa y la lancé en la cama, esto era solo sexo, lo que yo quería, una descarga y ya. Soy un verdadero hijo de puta y no me malinterpretes, Mi madre a veces lo es.
Llevaba unas semanas intensas en mi trabajo y no me había podido aprovechar de las futuras candidatas, pues mi hermana me tenía preso entre el negocio familiar y sus preparativos para la boda, pero hoy me escapé de tanto tul y pruebas de vestidos de novia. Necesitaba una buena follada.
—Al diablo con eso.
Saqué de mis pensamientos a mi dulce y tierna hermana y me dediqué a los dulces placeres del sexo, la lujuria y esas piernas largas que me llamaban para alzarlas sobre mis hombros.
Me desnudé rápido y enfundé mi miembro en el condón que saqué del bolsillo de mi pantalón. La mujerzuela abrió sus piernas y me deleité con su coño desnudo, estaba lista para mí.
—Qué suerte la mía —sonreí ladinamente, mientras camino hasta llegar a ella y me arrodillé en la cama, su respiración era entrecortada, la ansiedad de tenerme dentro de ella en sus ojos era palpable y le di en el gusto.
Entré de golpe en su cuerpo, ¿me importó su gemido de dolor? Ni una m****a, ella estuvo dispuesta a abrirme las piernas, ahora que se aguantara.
Sabía lo que tenía entre mis piernas y lo que producía en las mujeres, pero yo no era el príncipe azul que las preparaba para que estuvieran listas, eso no era para mí.
Su cuerpo me recibió y escuché el primer gemido, mientras sus uñas se clavaron en mis hombros por la intensidad. Con cada estocada los gritos ahogados por mi boca me prendían más y más. Cuando ya me aburrí de ver su cara de sufrimiento la di vuelta y volví a entrar sin previo aviso, bombeé buscando mi propia satisfacción y la sentí desplomarse. Seguí con unas estocadas más y me liberé.
Salí de su cuerpo y le palmeo las nalgas.
—¿Otra ronda más, zorrita?
Así estuvimos toda la noche, había sido una buena tanda de sexo, pero el cansancio y el alcohol en mi cuerpo me llevaron al mundo de los sueños…
—¡Maldita sea! Debo dejar de beber tanto.
Son cerca de las ocho de la mañana y es mi cumpleaños, la resaca me tiene con un dolor de cabeza de la puta madre. Me levanto de la cama, sin importarme mi desnudez y busco en el minibar una botella de agua, mientras bebo a grandes sorbos noto el desastre que hay en la habitación, por suerte no era mi apartamento. En eso, la morena se remueve en la cama, al parecer se despertó al no sentirme cerca y ahora me ve con ganas de querer más de lo que le hice.
—Hola cariño, estuviste fantástico en la noche ¿Te gustaría repetir?
—¡LARGO! —doy el primer bramido y espero que entienda.
—¿Qué? Pero si la pasamos tan bien.
—¡TE DIJE QUE TE LARGUES! — No tengo mucha paciencia y ya le había dicho que se fuera, como no me hizo caso la tomo por el brazo y sin un ápice de remordimiento la llevo casi volando a la salida de la habitación, abro la puerta y la lanzo sin preocuparme de que ella también está completamente desnuda.
—¡MALDITO! ¡ENTRÉGAME MI ROPA, POR LO MENOS! —busco sus cosas y las llevo a la puerta, con unos cuantos billetes que saqué de mi billetera, se las lanzo y vuelvo a cerrar de un portazo.
—¡AHÍ TIENES, PUTA! Para que aprendas que con Bastián Walker nadie se mete.
—¡DESGRACIADO!
Ese era yo, un bastardo, desgraciado, hijo de puta, maldito y animal entre tantas formas de decirme ya había perdido la cuenta, pero las mujeres para mí no eran más que desechables, como los condones que veo regados por el suelo. Así pasaba mis noches, entre piernas desconocidas, solo satisfaciendo mis instintos animales, pues para mí no existía el amor, esa palabra no estaba en mi vocabulario.
Me muevo aún embotado por todo el alcohol que bebí anoche para poder follarme a la morena, por suerte había dejado de consumir drogas, pues a mi cuerpo le estaban pasando factura y porque Bella me había descubierto.
Sin nada en que más preocuparme, entro en la ducha y abro el grifo del agua frìa, necesito sacarme el olor a perfume barato que tiene mi cuerpo y correr a mi casa, era mi cumpleaños y mi hermana me debe estar esperando.
Elizabeth.-Abrí mis ojos soltando un gran suspiro y luego una bocanada de aire entró a mis pulmones, ya podía respirar, el olor a alcohol y limpiador se coló por mis fosas nasales.— ¿Liz? –Escuché la voz de Bastián, no vi su rostro, mi mirada estaba fija en las luces fluorescentes. – ¡Joel va a buscar al médico! – Oí a mi amigo decir sí. –Reina mía ¿Cómo te sientes? –Tenía su mano sobre la mía, lo miré en silencio. — Estoy en el hospital –Mi voz apenas salió en un susurro –Tengo sed – dejé de sentir la mano de Bastián que rápidamente acercó un vaso a mis labios. — Sí, te desmayaste, perdóname – Podía ver el sufrimiento en su rostro, una ojera sobresalía de su ojo que estaba rojo, en ese momento entró Joel con un doctor. — ¿Elizabeth cómo te encuentras? – Me pregunta el doctor revisando las máquinas que se encontraban al lado de mi cama. — Solo estoy un poco confundida ¿Qué pasó? –Pregunté, los tres hombres me miraron fijamente. –Me siento cansada. — Es normal por tu condición –
Kevin.-Antes de que pudiera reaccionar, Bella saltó de mi auto con prisa, era evidente la preocupación y la angustia en su rostro. Es admirable de ella que siga en contacto con los padres de su ex “tiene un buen corazón” me digo a mi mismo tal vez… no sé para terminar de convencerme de… alguien toca la ventanilla de mi puerta haciendo que pegue un brinco de inmediato.— Jones –Susurré con frustración, me bajé del auto de inmediato me puse a la defensiva al ver su mandíbula tensa, estaba enojado y sabía la razón – ¿Ahora me vigilas?— Quería constatar por mí mismo como fraternizar con nuestro enemigo –Expresa con sarcasmo, mirando la puerta por donde Bella había entrado apenas unos segundos.— Se atrapan más moscas con miel que con vinagre Jones, ir directamente con Bastián no resulta, no es de teflón, pero tiene un talón de Aquiles –Está vez fui yo quien miró hacia la entrada del hospital, de inmediato al decir esas palabras me sentí asqueado.— ¡No me creas idiota, Evans! –Se acerca
Bella.-Necesitaba salir de la empresa, desahogarme, hace años era aficionada a correr, estaba obsesionada con ejercitarme, pero hasta eso había dejado a un lado, mi aliento escapa de mis labios, mientras intensifico mis pasos y acelero mi trote con cada palabra que mi mente recuerda de Elizabeth ante su negativa y luego todo lo que le dije a mi gemelo, me siento tan culpable.Finalmente, después de lo que parece una eternidad, mi cuerpo grita por un respiro. Decido que es hora de detenerme, mi corazón late con fuerza y el sudor empapa mi camiseta, encuentro un pequeño claro junto al camino y me detengo, apoyando mis manos sobre mis rodillas mientras me inclino hacia adelante, tomando aire profundamente.— Hola – Sigo en la misma posición y giro, detrás de mí viendo mi culo en mallas negras en todo su esplendor está Kevin con una sudadera negra, sus placas militares sobresalen de su cuello, lleva una gorra color negro y unos pantalones ejercicios que hacen que cualquiera desvíe la mir
A.J.En la pantalla se ven las imágenes del monstruo de mi sobrino cargando a Elizabeth en sus brazos inconsciente, ¿Qué le habrá hecho este idiota? Mi celular suena y sonrío al ver el nombre en la pantalla.— Juez Forge, pensé que se estaba escondiendo de mí, perdón si mi recordatorio fue un poco… revelador.— No tenía derecho señor Walker. Usted faltó a su palabra. Mi esposa casi descubre lo que eran esas fotografías.— Y usted faltó a la suya ¿Creyó que no mandaría a seguir a mi sobrino? ¿O es tan estúpido que intentaba ocultarme información importante?— No, solo estaba esperando a que fuera oficial. Su sobrino adoptó a una niña utilizando sus contactos— ¿Algo más? Porque puedo escuchar su respiración agitada juez.— Escuché a su asistente decir que no fue una simple adopción, le pagó a la madre de la pequeña para que legalmente cediera sus derechos –Sonreí con satisfacción.— Dígame algo juez ¿Esta niña tiene algo que ver con el centro infantil que dirige Elizabeth Sullivan?— A
Bastián.-Siento la sangre correr hirviendo por mi torrente sanguíneo si pudiera hasta podría echar humo a través de mi piel mientras me dirijo a la oficina de Elizabeth ¡¿Pero qué diablos le pasa a esta mujer?! Puedo entender que esté enojada conmigo, pero no voy a permitir que hiera a mi hermana eso sí que no. Su asistente al verme palidece, debo verme como una bestia furiosa y no refuta cuando paso casi atravesando su escritorio, cuando abro la puerta Joel y Elizabeth giran a verme.— Joel vete y déjanos solos –Le ordeno y al ver mi expresión se levanta como resorte de la silla, pero Elizabeth lo detiene.— Fui muy clara contigo Bastián no deseo hablar contigo ¿O a eso también me vas a obligar? –Tengo una contradicción verla así tan altiva y orgullosa me excita, pero no puedo ceder ante sus encantos.— Joel tu cheque lo pago yo, así que te ordeno que te vayas.— Mi diosa, él tiene razón y en discusiones de marido y mujer nadie se debe meter. Adiós.— ¡Vuelve aquí cobarde! –Le grit
Bastián.-Llegué a la empresa yendo directamente al estudio, estaba al tanto de la agenda de Elizabeth, Ben me había enviado un mensaje informándome su llegada temprano. Al entrar al estudio veo solo al fotógrafo, la sesión ya había terminado o Elizabeth había desatado su furia aquí. — Jefe – Me saluda el chico con la atención puesta en su cámara. — ¿La sesión terminó? – Pregunté con un poco de sorpresa. — Sí, la señora Elizabeth ordenó que se adelantara la hora y no dejó opción a negativa, las fotos quedaron – Me acerqué a él observando las imágenes, Liz se veía hermosa, pero la hermosura de su físico no se reflejaba en la emoción de su mirada –. Creo que hoy no estaba de tan buen ánimo, usted me dice si quiere que se repita la sesión. — Escoge la que mejor se vea, no creo que ella decida repetirla – El chico asiente y continúa con su trabajo, decidido a ir a hablar con ella, entiendo que esté enojada conmigo, pero tiene compromisos que cumplir y dejar sus sentimientos a un lado
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