Azzura
«Nací con sangue criminale», repito en mi mente.
El rostro de Bal está plegado de satisfacción. Lo leo en sus facciones, y eso me alienta. No perderé mi enfoque. He sido entrenada para defender a mi famiglia. Mi mamma no está sola. Me niego a verla sacrificarse por segunda vez. Aunque no quiera, tendrá que aceptar que no me haré a un lado. Mientras tenga vida, sempre la mantendré a salvo.
—Pues, avancemos. —Bal me lleva de la mano y se dirige hacia el pasillo que nos lleva al sótano—. Itala nos espera con los demás, pero está muy ansiosa por encender las redes con la papa albanesa —usa el mote que soltó Scarico.
—Oye, ¿tienes noticias del famoso Fantasma? —pregunto con indiferencia.
Mis ojos se fijan en las pinturas hermosas que pasamos por el pasillo.
—Él es un misterio. Cuando quiera vernos, buscará la manera de ponerse en contacto con nosotros —murmura, sin preocupación alguna.
—¿Quién pinta estas obras de arte? —La pregunta se escapa de mis labios.
Nos detenemos delante de