Azzura
Acompaño a mi madre a su habitación.
Según ella, había olvidado su celular. Cosa que no le creí. Noté cuando entró al cuarto de Itala y lo ocultó en su chaqueta. No importan sus motivos para mentirme. Necesito un momento a solas con ella.
Itala, con tan solo una mirada, comprendió. Se llevó a los chicos. Iban directo hacia Terzo para ponerlo al tanto de nuestros planes.
Demostraríamos que los albaneses se habían hecho pasar por los de Cosa Nostra.
Mi amiga necesita equipo. Está ansiosa por ponerse detrás de una computadora y hacer magia con sus dedos.
Cierro la puerta con suavidad y, al girarme, mi madre me espera. Carmina me evalúa. Busca cómo me encuentro después de haberme enterado de que tenerme le costó.
Le creo que no se arrepiente, pero… ¿qué habría pasado si no hubiera existido? Puede que su romance rescatara a mi padre de su destino.
—Detén tu tortura —rompe el silencio y mete su mano en la chaqueta—. Tengo el celular. —Lo saca y me lo muestra.
—Abandonaste todo por mí…