Constantino
—Constantino, cierra la boca y sígueme —ordena Neri.
A pesar de que ha dejado el puesto de capodecina, no desaparece su voz de mandato.
—Neri es un cachorro ladrando —tira pulla Itala, y suelto su mano.
—Acaricia mi rabo para que veas lo que es capaz de hacer este cachorro —le advierte Neri, y me confirma que esta hermosa dama está fuera del menú.
Los Vitale no nos entrometemos en las conquistas del otro. Itala no es indiferente a mi primo, la delata el rubor en su mejilla. Neri no lo ve porque está delante y de espaldas a nosotros, pero me lo bebo todo para luego hacerle un resumen de lo que se perdió.
—Soy Felice —mi cuñada se presenta y trae de la mano a mi hermano—, y este Dios griego es mi hombre, Christoph.
Felice coloca su mano en su pecho; como siempre. No trata de lucirse, ellos son así: nunca separados. Los dos deben tener contacto, uno encima del otro.
—¡Hacen la pareja perfecta! —chilla Itala, y Azzura se acerca curiosa.
Esta chica es preciosa. «Pero es de tu he