Azzura
Acabo mi segundo pedazo de pizza margarita. El pan es mi parte favorita, y lo bajo con agua. Bal no ha dejado de hacer contacto conmigo: ya sea un roce de su pierna o su mano reposando en mi rodilla. El calor que emana de su cuerpo no me permite olvidar que cruzó la línea.
Al menos, al mirarlo, ya no hay tanta tentación. Eso me digo. No podía seguir viendo su pecho al descubierto sin pensar en cochinadas. Así que agradecí cuando Guido le arrojó una camisa oscura. Guido se encargó de conseguirnos ropa a todos. Nos preguntó el tamaño y salió de La Roca. Asumo que trajo la vestimenta de la cueva, su hogar. La mayoría son camisas y pantalones oscuros. Simple, cómoda. Ideal para pasar inadvertidos.
La Roca va tomando forma de hogar. Mi famiglia la ha ocupado y le ha dado el toque justo para hacerla cálida. Los gemelos han logrado que esta cocina, de belleza atemporal, se convierta en un ambiente vivaracho. Se han movido en tal sincronía que Lolanda se ha hecho a un lado. La señora te