Azzura
Al bajarme, vislumbro a Terzo mirando a la distancia y voy directo a su encuentro. Une sus ojos con los míos y ese vistazo responde la ausencia de Darío. «Mi padre se fue… no me esperó».
—Señorita…
—Llévame con él —exijo, apretando su brazo.
—Dio órdenes de que te mantengas en la mansión.
—Negativo, tengo que verlo —reniego.
Iba a dar la vuelta, pero me jala por el brazo y caigo en su duro pecho.
Noto en sus ojos que vio mi obsequio de parte del Biondo Diavolo y lo empujo a la defensiva. Me recupero de la impresión y tapo el chupetón en mi cuello.
—Ya veo que la pasaste bien en la lucha —se mofa Terzo.
Narciso me aparta de su lado con una sonrisa ladina.
—Es la campeona… por supuesto que disfruta su victoria —añade Narciso con orgullo.
La cara de diversión de Terzo me confirma lo que está pensando: que la marca en mi cuello es obra de él….
Lo dejo creerlo.
Es mejor así.
Nadie sabe la verdad.
Nadie sabe que el Biondo Diavolo me encontró… y dejó un beso marcado en mi piel.
—Terzo