Baldassare
Voy con mi sombrero Borsalino —luciendo el atuendo de Cosa Nostra—, con mi elegante pistola Jericho 941 FS, protegido con el chaleco antibalas debajo de mi chaqueta y mi juguete favorito, la bazuca, colgando de mi hombro.
Hemos recorrido el perímetro. Los imbecille se han conformado con quitarle el microchip a mi hermano y la seguridad de afuera olvidada. No fue difícil encontrarlos porque el capi mandó a vigilar el almacén que ardía en llamas, y al darle la ubicación de Constantino, pudieron seguirlos hasta esta finca retirada.
Asumo por su torpeza que son soldados nuevos. No tengo dudas de que los grandes vienen en camino.
No me molesto en reventar las cámaras —he visto dos—: una en el portón que rompimos y la otra la tengo delante, puesta en un farol. Al contrario, quiero que me vean.
Miro al lente y levanto el brazo con el puño cerrado; seguido de:
—Ma vaffanculo. —Escupo al suelo para acabar con estilo mi insulto.
No aparto la mirada del lente… quiero que me recuerden.