Início / Hombre lobo / SANANDO EL CORAZÓN DEL ALFA / 3. ¿ESTOY LOCO POR DESEAR CONTROLARLA?
3. ¿ESTOY LOCO POR DESEAR CONTROLARLA?

Se suponía que solo sería una solitaria noche más de copas. Desde la muerte de Laila todo había dejado de importarme y solo cumplía con lo estrictamente necesario en las manadas. Estaba aquí únicamente para plasmar mi firma en un estúpido documento.

Cuanto daría por escapar también de eso, pero mi destino fue sellado durante las batallas de poder. Al inicio creí que ser tan fuerte era maravilloso, prácticamente me sentí un Dios entre los licanes. Derroté cientos y solo recibí rasguños en batallas justas, pero luego con ello llegaron las responsabilidades y fuera de miradas coquetas y noches calientes, no había mucho más de divertido en la ecuación... hasta que apareció ella y me retó de formas que no esperaba.

Me venció y la fuerza física no tuvo nada que ver. Quedé con la sensación de que fui yo quien entró a su cama, no ella en la mía, pero no me importó. Ella era mía y todos lo sabían. Luego la felicidad acabó... con su muerte y la de nuestro cachorro.

Dos años han pasado desde eso y el dolor no cesa. No era mi mate, no quise esperar seguro de que nadie podría ser mejor que ella y no me equivoqué... pero el universo tenía otros planes y me los hizo saber anoche, en ese bar.

Antes de que su mano me tocara un corrientazo ya había recorrido mi columna y me hizo poner derecho, giré con desconcierto para ser sorprendido por aquellos labios que de manea autoritaria exigieron mi atención.

No era Laila, no tenía derecho a tocarme así... pero igual lo hizo. Y mi cuerpo respondió. Sexo tengo con muchas, pero nunca les daría poder sobre mí.  Al alejarla nuestras miradas se encontraron, mi pulso se aceleró y entonces lo supe... es ella, es mi mate.

¿Amor instantáneo? Qué estupidez. No, desde luego que no. Eso ya lo conozco y no tiene nada que ver con esta reacción química que generó en mi cuerpo.

Quizás mi mate sea una nueva oportunidad para obtener lo que anhelo.

Mi hambre de intimidad despertó de manera instantánea, así que la besé tan salvajemente como mi cuerpo lo exigió. La danza de nuestras lenguas fue lascivo y tan húmedo que la pregunta que salió de mis labios fue pura cortesía, pues realmente su respuesta no importaba, aunque me encantó lo que dijo:

—¿No pensar en el resto del maldito mundo por un rato?

No sé qué le pasó, pero estaba seguro de poder cumplir con la misión. Detallé con descaro su torneado cuerpo y debí admitir que el rostro dulce de la Omega fue de mi total agrado.

Desde esta noche, ella será solo mía... al menos hasta que obtenga lo que quiero y si se queda después, por mí está bien.

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La lluvia artificial cae sobre mi cuerpo y se lleva las humedades secas de horas atrás. Debo admitir que fue una gran noche y con muchas sorpresas. Esa Omega es una mujer adulta, y yo fui su primera vez. Es tonto que algo así me agrade, pero me encanta... hace mucho no sentía este grado de posesividad.

Escucho cuando ingresa la criada y ellas tienen una interesante y corta conversación.

¿De verdad no sabía quién era yo ni dónde estaba?

Al salir del baño la mezcla de nuestro olor en la habitación me golpéa y deleita.  

La encuentro cazando un zapato. Su mirada esmeralda conecta con la mía y no pude evitar sentirme como el lobo feroz y pensar en ella como Caperucita.

—Cualquiera diría que tratas de escapar.

Lo dije en son de broma, pero su rostro me dio a entender que eso intentaba. Inverosímil, es mi mate, ya debería ser claro para ella que no puede irse. No debería querer irse.

¿Acaso no siente el vínculo? 

Su lenguaje corporal me dice que no.

Avanzo hasta ella y su actitud refuerza mi tonto pensamiento del lobo y Caperucita. No estoy seguro del porqué, pero quiero probarla un poco, no tengo que ir directamente por lo que quiero, también puedo divertirme un poco en el proceso. Por eso mi propuesta descabellada para una mate: Desde este momento serás mi compañera de sexo.

A pesar del impacto de mis palabras y su nerviosismo, trató de objetar. 

Creí que sería divertido y por eso no lo ordené. Podría tomarla ahora mismo contra esa pared, y sería mía... pero quiero algo más que su cuerpo rendido. Quiero verla elegirme y evidenciar como se activa su vínculo dejando de lado la tonta idea de escapar.

En parte puede que sea mi tonto orgullo de macho, pero la idea de que quiera abandonar mi cama y no volver a ella me desagrada.

Estaba seguro de que no tendría escapatoria hasta que habló de un contrato de compromiso. Infortunadamente, fuimos interrumpidos por el idiota de Cade. Siempre que llego trata de hacer que le avale actividades bélicas o económicas con justificaciones mediocres. Cuando logro deshacerme de él vuelvo a centrar mi atención en mi mate: Lyra, eso dicen sus documentos.

—¿Con quién estás comprometida? —pregunté sin rodeos.

Esquiva mi mirada y eso me disgusta, pero tras pensarlo un poco, contesta:

—Con alguien de bastante nivel, así que es imposible para mí romper el compromiso.

La observo con algo de decepción al percibir lo frívolo e interesado de su actuar. Eso quiere decir que es de las que les interesa el dinero. No creí que lo fuera y eso me enoja un poco conmigo mismo, la creí buena solo por ser mi mate. Salí de la habitación dispuesto a tener información de ella y no demoré mucho en tener mis respuestas:

—Acaba de terminar su carrera. Es administradora de empresas, tiene veintidós años...

Lo interrumpo.

—Pasa al nombre de su prometido —digo mirando por la ventana.

Clark rebusca en la tableta y por fin suelta el dato.

—Alfa Cade Morrow, su sobrino.

Sonrío complacido. Sale apurada de la casa y nuestras miradas se encuentran antes de que finalmente se aleje. Esto será muy divertido. Le dejaré muy claro que no se puede volver a acercar a Lyra. Mi sobrino no ha hecho público su compromiso con una Omega, así que...planeo humillarlo un poco.

—Asumiré nuevamente algunas funciones y planeo hacerlo desde aquí —informé sin despegar la vista de la ventana.

—Me alegra escuchar eso. Supongo que la señorita Lyra tiene que ver con esa decisión y las sonrisas tontas reflejadas en la ventana.

Lo miro entonces sonriendo. No puedo negarle nada. El condenado me conoce bien, no por nada es mi Beta.

—¿Piensas contarme?

—Aún no, pero si tendrás tanto trabajo que necesitarás contratarme una asistente profesional —dije con evidente verdad oculta.

Sonríe entendiendo lo que quiero.

—Me alegra volver a verte así  —afirma saliendo del lugar pero antes de desaparecer lo detengo.

—Envía a un centinela a cuidarla.  Necesito saber qué hace día a día y con quien.

Me mira con extrañeza, pero no dice nada y desaparece.

Hoy tenía que dejarla ir, pero pronto estará a mi lado.  

Una parte de mi se pregunta si estoy loco por desear controlar cada movimiento suyo, y aunque la respuesta más segura es un sí... no puedo detenerme

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