92. EL FIN
La esfera rodó hasta golpear mi pie.
En ese instante lo supe.
No pensé. No analicé. No había tiempo para buscar respuestas.
Solo sabía lo que había leído, lo que intuía en lo más profundo de mi instinto: ese pequeño cristal permitía que un alma saliera de un cuerpo.
Era una apuesta desesperada… pero era todo lo que teníamos.
Si la usaba, podía perderlo todo.
Si no lo hacía, ya estaba perdido.
Me repetí una y otra vez que mi poder como Licán Pura sería suficiente para proteger mi propia alma.
Y en cuanto a Clark… si el cuerpo era suyo, tal vez eso bastaría para expulsar a Duncan ahora que estaba alerta.
Me agaché, tomé la esfera entre mis manos, fría como hielo… y la lancé con toda la fuerza que pude.
El vidrio estalló en mil pedazos a los pies de Clark.
No vi luces ni destellos mágicos como en las historias, pero lo sentí:
un cambio en el aire, una presión invisible que me erizó la piel.
La voz de Duncan estalló en un grito:
—¡NO!
Se cortaba por momentos, como si algo le arrancara las