93. EPILOGO
Quince años después
El rugido de la multitud llenaba la arena.
A un costado, el aire cargado de adrenalina y olor a tierra removida me recordaba que, aunque pasaran los años, las competencias de clasificación de Betas siempre serían un espectáculo vibrante.
Zayden y yo estábamos en el palco de observación, con Rhiana sentada entre nosotros.
Mi pequeña… aunque ya no era tan pequeña.
Su cabello oscuro como la noche y esos ojos que parecían leer la fuerza de cualquiera que se le pusiera enfrente eran un reflejo perfecto de su padre… y de algo mío que no sabría nombrar.
—Míralo —murmuró Zayden, inclinándose hacia mí con una sonrisa que no era del todo casual—.
El tercero desde la izquierda.
Seguí la dirección de su mirada.
En la arena, un joven se movía con una agilidad feroz, derribando a su oponente sin siquiera soltar un gruñido.
Había algo en su postura, en la forma en que su mirada se mantenía firme, que me resultaba… familiar.
Beta puro. No había duda.
—Será bueno —continuó Zayden,