La cama se siente excesivamente cómoda. Abrazo la almohada presionando mi nariz contra ella para llenarme de aquel delicioso aroma que parece relajarme. ¿Qué es?
Mis ojos se abren de golpe solo para cerrarse de inmediato ante la dolorosa luminosidad y el martilleo de una resaca descomunal. Imágenes fugaces de la noche anterior me asaltan y solo entonces creo tener una idea de la situación real.
Esta no es mi cama. Ese aroma... masculino, intenso... definitivamente no es el mío. Y esta resaca, demonios, esta resaca es de campeonato. Maldigo internamente. Actué por impulso como siempre dije que no lo haría y ahora no tengo idea de dónde estoy ni con quien pasé la noche. Retiro con lentitud el brazo con que cubrí mis ojos y vuelvo a abrirlos pero esta vez lentamente. La habitación es espaciosa, decorada con buen gusto y muebles finos. Al sentarme, siento un pequeño dolor en mi parte íntima confirmándome lo obvio. Le entregué mi primera vez a un desconocido.
No sé si reír o llorar por lo absurdo de esto.
Quería olvidarlo todo y casi lo consigo, pues incluso de mi primera vez no quedan más que pequeños flashbacks acompañados de una sensación de vacío. ¿Valió la pena?
Estaba por continuar el momento filosófico cuando la puerta de la habitación se abre y una criada ingresa. Es también una Omega, así que sin pensarlo dos veces le pregunto dónde estoy.
La chica frunce ligeramente el ceño antes de contestar:
—En la casa Suprema de la manada —su mirada se vuelve dura— en la habitación del Alfa Supremo Zayden Voss.
Tal parece que la incredulidad se dibujó en mi rostro a juzgar por la respuesta de la joven.
—Fuiste afortunada y hasta ahora te enteras.
El Alfa Supremo Zayden no permanece en ninguna manada oficialmente, pero podría liderarlas a todas. Ostenta el título debido a su gran poder, pero hace tres años que se alejó y no toma decisiones. No estoy segura del porqué se alejó.
La mujer sale de la habitación sin haber podido ordenarla, mientras tanto, yo envuelvo mi cuerpo en la sábana que para mi desgracia es blanca. ¿Por qué blanca? Hoy en día hay tantos diseños bonitos y colores vivos que solo imagino el blanco para lugares como hospitales y quizás hoteles. Ahí está, la famosa mancha roja que de manera inequívoca debió gritarle a ese hombre que fue mi primera vez.
Es una tontería, así la mancha no fuera visible su olfato le habría indicado lo que sucedió, pero habría sido mejor una sola evidencia torturadora que dos. Tomo del suelo algunas de mis prendas para vestirme tan rápido como puedo dispuesta a salir corriendo, pero entonces soy consciente del lycan en el baño cuando el sonido de la ducha cesa.
Mi corazón se agita y busco con desesperación las prendas faltantes y por último me agacho debajo de la cama tratando de alcanzar mi zapato, con tan mala suerte de que al tomarlo y levantar la cabeza me encuentro con la mirada curiosa del Alfa Supremo Zayden.
El calor se dispara en mi rostro y una sonrisa burlesca aparece en el suyo.
—Cualquiera diría que tratas de escapar.
Trago saliva. El hombre está mucho mejor que en mis recuerdos. Una camisa a medio abotonar, unos jeans bien puestos y el cabello húmedo, forman una imagen demasiado tentadora para esta pobre y humilde alma.
—¿Dónde está la mujer atrevida que jugó a seducirme en el bar? —dice acortando la distancia entre nosotros.
Retrocedo por reflejo y eso parece diviértelo aún más, pues sigue avanzando hasta que mi espalda choca con un mueble. Toma mi barbilla entre sus dedos y levanta mi rostro para hacerme mirar directo a sus ojos ahora dorados.
—Calentarás mi cama. Desde este momento serás mi compañera de sexo.
No fue una pregunta, sino una afirmación.
No puedo creer lo que este hombre dice. ¿Solo sentencia y ya? ¿Cuándo se aburra de mí solo me dejará a un lado? ¿Tendrá otras compañeras de sexuales?
No sé por qué me sorprende que alguien que se ve tan bien como él, sea solo lujuria. Me siento como una mosca atrapada en una telaraña, pues mire por dónde mire ... es peligroso.
—¿Cómo puede decir algo así tan a la ligera? No me conoce, no sabe si estoy dispuesta a...
Cierro la boca. Este hombre no es solo un lycan, es él lycan. Claro que sabe que solo con liberar un poco de su aura será más que suficiente para que me desnude y ruegue por su toque. Lo malo es que parece no necesitar hacerlo. Ocultó su aura para pasar desapercibido por todos en el bar, y preciso yo tenía que encontrarlo y jugar a la mujer fatal con él.
—Continúa —dice disfrutando demasiado de mi nerviosismo.
Mi corazón late desbocado de solo imaginar o recordar su piel caliente sobre la mía y la mezcla de humedades entre nuestros cuerpos. No puedo quedarme aquí, podría perder con facilidad todo lo ganado, todo el control por el cual luché. Tengo que encontrar la forma de escapar de su control e infortunadamente solo una cosa llega a mi mente.
—Estoy comprometida —digo finalmente— tengo firmado un acuerdo de matrimonio.
Por un segundo siento que flaquea, pero entonces el sonido de golpes en la puerta lo obligan a alejarse de mí y atender.
—Hola tío, es una sorpresa que estés por acá...
No necesité verlo, su voz es inconfundible para mí. De pie, junto al hombre que fue mi amante anoche, se encuentra Cade, mi aún prometido.
Cade me atraía, muchas veces estuve a punto de ceder a sus encantos, pero al compararlo ahora con Alfa Zayden, tiene todas las de perder. Aunque en apariencia tienen más o menos la misma edad, Alfa Zayden es mucho más grande y ejercitado que Cade, además que nunca había conocido a alguien cuya seguridad prácticamente la exudara por los poros.
Me termino de vestir tan rápido como puedo sin prestar atención a la conversación sobre la seguridad de la manada. Solo me interesa aprovechar la oportunidad de escapar. La buena noticia es que encontré mi bolso con mi celular y una cantidad absurda de llamadas perdidas que después miraré, la mala es que no hay forma de salir por la ventana del baño.
Cuando escucho que la visita se va y la puerta se cierra, salgo del baño.
—¿Con quién estás comprometida? —pregunta sin rodeos.
Mi vista cae. En parte es tratando de enterrar el sentimiento de traición que volvió a surgir en mi pecho al escucharlo y también es vergüenza al imaginarme diciéndole que su sobrino es mi prometido. Debe sonar genial decirle al hombre, "oye es que descubrí a tu sobrino en la cama con mi hermana y yo estaba tan dolida que me ahogué en alcohol y decidí desquitarme acostándome contigo".
—Con alguien de bastante nivel, así que es imposible para mí romper el compromiso.
Giro sobre mis talones y me encuentro con la puerta abierta del baño y al fondo un espejo. Es tonto, pero inicio a tratar de organizar mi cabello.
—Me veo espantosa, ¿Puedo usar tu baño para recomponerme?
Zayden confirma que sí y sale de la habitación.
Aunque si refresco mi rostro, no hice todo lo que se supone haría. En vez de ello busco la oportunidad para escabullirme de la habitación y salir de los terrenos de la manada. Me estoy alejando de la mansión y al mirar hacia atrás me fijo en la gran figura que me observa desde una ventana del segundo piso. Es él y me sonríe con una suficiencia que me hace estremecer.
Acelero el paso.