Tercera y última parte de la Saga "Tómame". Después de varias idas y vueltas, finalmente Lexy y Dante ¿Tendrán un final feliz? La vida los unió, los separó y ahora tienen su revancha. Pero su amor despierta más de un daño colateral. La pasión que sienten el uno por el otro se vuelve más y más fuerte. ¿Los consumirá? ¿Conseguirán sobreponerse a todos los pormenores a los que se enfrentan? ¿Quién ganará el odio o el amor? No te pierdas la última parte de esta historia.
Ler maisApoyada en la puerta contemplaba la imagen de Dan rodeado por su familia, me sentía abrumada por la felicidad, el solo hecho de saber que él respiraba, que todo iba a estar bien, era más que suficiente para mí. Nada más importaba.
—¿Cómo te sientes Dan? —preguntaba Mariano, aún, con preocupación en su voz.
—Como si me hubiera atropellado un camión —dijo mi adonis con la voz apenas audible.
—Casi. Te lo has dado duro cabeza hueca —decía Lautaro con una sonrisa, lo fulminé con la mirada. Euge le dio un golpe en la cabeza y yo sonreí.
—¡Serás bruto Lautaro! Te extrañé Dan —lloriqueó.
—¿Cómo quedó mi bebé? —preguntó él. No me lo podía creer, estaba preocupado por su auto. Puse los ojos en blanco.
—Destrozado —contestó Manuel con pesar, al recordar el duro accidente por el que acababa de pasar su primogénito.
Volvió a buscarme con la mirada, yo mordía mi labio con esmero. Los nervios estaban matándome.
—¿Me dan un minuto? —pidió Dante a todos, me giré para salir de la habitación, pero su voz me detuvo.
—Tú no Lex —me adentré más en la habitación y dejé paso al resto. De a poco y con poca gana fueron saliendo uno a uno. Eugenia me abrazó al pasar por mi lado, Mariano me guiñó un ojo y Manuel apretó mi hombro al tiempo que me susurraba:
—Gracias por traerlo de vuelta —con una marcada emoción en los ojos. Yo le regalé una sonrisa, pero sabía que no llegaba a mis ojos, aún estaba muy preocupada por su estado de salud, y ahora temblaba del miedo de escucharlo rechazarme otra vez.
—Cierra la puerta Lex y acércate —su voz no parecía la misma, aún estaba muy ronca y débil por el respirador. Me senté en el mismo sillón donde pasé los últimos días, me veía fatal y lo sabía, pero ni caso. Respiré hondo y comencé a jugar con mis dedos nerviosa.
—¿Sientes dolor? —susurré, había perdido la mayor parte de mi valor.
—Aún me duele un poco la cabeza, pero es soportable. Supongo que lo peor pasó.
—¿Sabes cuántos días llevas aquí?
—No, espero que no haya sido mucho.
—Éste es el cuarto día.
—¡Vaya! Me di una buena siesta ¿No?
—No es gracioso Dan, tuve mucho miedo y tu familia la pasó fatal.
—Lo sé, lo siento. Siento mucho que hayas tenido que pasar por esto, no tenías que estar aquí.
—No es mi intención molestarte, me iré enseguida, solo necesitaba saber que estabas bien.
—Cariño, no quiero que te vayas, es solo que no tenías ninguna obligación, yo me comporté como un idiota contigo. Pero, sin embargo, aquí estas.
—¿Dónde más estaría?
—No lo sé, viviendo tu vida.
—Tú eres mi vida Dan, solo tú.
—Dijiste que me amabas, juro que no lo soñé.
—Claro que te amo, siempre te amé, siempre lo haré. Soy tuya.
—Fue tu voz, eso me despertó. Siempre has sido tú, nena. Eres la mujer de mi vida y estoy cansado de perder el tiempo. Jamás dejé de amarte —las lágrimas volvieron a llenar mis ojos y mi respiración se volvió torpe. Él estiró su mano sana y yo la tomé aún temblorosa.
—Ven aquí nena, cálmate —me acerqué a él. Apretó más mi mano y me tironeó hasta quedar muy cerca de él. Tan cerca que podía olerlo, embriagarme de su maravilloso y tranquilizador aroma. Me incliné sobre su pecho y con una mano acaricié su lastimado rostro. Me miró de una forma que jamás había hecho. Y sentí que el corazón me iba a estallar de solo verlo. Esos arrebatadores ojos azules, volvían a quitarme la respiración una vez más. Acarició mi mejilla limpiando mis lágrimas y me acercó a su boca, me besó dulcemente, con una delicadeza única. Sentí el calor de sus labios, la suavidad de su aliento, no fue un beso apasionado, no hubo fuegos artificiales, solo amor. Por primera vez entre los dos, fue solo amor. Y Estuve muy de acuerdo con eso.
Nos besamos por unos cuantos segundos, ninguno quería separarse, había pasado mucho tiempo, muchas cosas, sin embargo, ahí estábamos otra vez.
Sentí un quejido y me incorporé rápidamente, aún estaba muy maltrecho y necesitaba descansar.
—Descansa Dan, lo necesitas.
—Basta de tonterías, no más juegos, no más idioteces, solo tú y yo nena, como siempre debió ser.
—Señor Navarro, no podría estar más de acuerdo con usted —sonrió con todos los dientes y no pude evitar imitarlo.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—Igual que tú —respondí.
—Cariño no me malinterpretes, pero luces fatal. Ve a casa, descansa.
—No iré a ninguna parte, no sin ti.
—Te prometo que seguiré aquí cuando vuelvas.
—Ni hablar, no hay trato.
—Lex, haz lo que te ordeno sin protestar. Ve —dijo endureciendo su voz. Sonreí, no pude contenerlo, ahí estaba mi muy autoritario adonis convaleciente y mandón.
—No tienes remedio nene. Iré a tomar un baño, cambiarme y regreso. Tómalo cariño, es lo mejor que podrás obtener.
—Vale —dijo con resignación. Volví a besar sus labios, tomé mi bolso y salí.
Fuera estaban todos esperando ansiosos, y sus miradas se clavaron expectantes en mí, sentí el rubor asentarse en mis mejillas.
—¿Y bien? —dijo Eugenia sin ningún remordimiento.
—¿Qué? —estaba confundida.
—¡Estas de broma! ¿Se han contentado? ¿Ya vuelves a ser mi cuñada favorita? —me reí y negué con la cabeza, incrédula de su falta de tacto. Ella golpeaba el suelo con su zapato.
—Sí, Eugenia. ¿Feliz?
—Ni te imaginas —contestó lanzándose en mis brazos y dándome miles de besos en la mejilla.
—¡Enhorabuena! —vociferó Manuel con su tono paternal inconfundible. De a poco fueron felicitándome y pasando a la habitación.
—Iré a casa a tomar un baño y vuelvo —anuncié a Mariano y Ari.
—Te acompaño —respondió Ariana tomándome del brazo.
Nos montamos al carro y manejé con lentitud, estaba algo aletargada por la falta de sueño y el cansancio. Le conté lo que habíamos hablado y que arreglamos las cosas, Ari y su entusiasmo siempre estaban ahí para mí.
—Quizás tengamos boda doble —dijo en tono risueño.
—En tus sueños Ariana. Esas cosas no son para mí. Tú ten la boda soñada, yo tendré mucho sexo.
Ambas reímos a carcajadas, se sentía de maravilla poder liberar la tensión acumulada.
Llegamos a casa y me metí de inmediato al baño, realmente necesitaba una ducha. Me saqué los zapatos, la chaqueta, el vestido, la ropa interior, solté mi cabello, abrí la ducha y mientras esperaba que se temple me cepillé los dientes. Prendí el iPod y I´m a river de Foo Fighter comenzó a sonar. Me metí bajo el chorro de agua y dejé que poco a poco la tensión se aflojara. Lloré, como hacía mucho tiempo no lo hacía, toda la angustia y el miedo contenido durante estos días se liberó de repente. Estuve por un largo rato, al salir sequé mi cabello y traté de mejorar mis ojeras y darle algo de color a mi rostro. Salí envuelta en la toalla, Ariana se encaminaba a la isla de la cocina cargando unas bolsas.
—¿Tienes hambre? —preguntó mientras sacaba las cajas de comida china.
—Ni te imaginas —aún envuelta en la toalla me senté a devorar el chow fan y bebí más que gustosa la cola de dieta.
—Deberías tratar de descansar un rato Lex.
—Lo haré en el hospital, no te preocupes, no quiero perder más tiempo aquí —me levanté de la banqueta y me dirigí al armario. Cogí un jean gastado y ceñido, me puse las botas de media caña y sin tacón, una remera negra y un sweater fino de hilo en gris. Tomé el bolso, la chaqueta y estaba lista para volver al hospital.
Jamás creí que la vida de casados se iba a adaptar a mis necesidades, pero tampoco pensé que tendría una esposa, y mucho menos una mujer como Lex. Esa preciosura de ojos celestes me volvía absolutamente loco. Su valentía, su testarudez, su pasión, su amor, su compasión… y no dejaba de sorprenderme ni un minuto.Cuando desperté esa mañana, ella aún dormía. Me quedé como un psicópata mirándola dormir plácidamente, la luz de la mañana entraba por la ventana y dibujaba figuras en su desnuda espalda. Casi sin poder evitarlo pasé las yemas de mis dedos por su tatuaje. Se removió ante la cosquilla y sonreí como un idiota. Besé su espalda y me levanté. Me metí al baño para cepillar mis dientes y lavar mi rostro. Salí al vestidor y busqué mi conjunto deportivo.—Buen día cari&nti
Para principios de septiembre comencé a sentirme mal. Suponía que el stress y nuestra ocupada vida comenzaban a agotarme, quizás debía comer un poco mejor. Decidí hacer una cita con mi médico para realizarme un chequeo desde que me habían dado el alta luego de la operación que no había vuelto.El sábado, aún me sentía muy cansada, pero esa noche iríamos Al Templo, así que tomé un relajante baño de burbujas y me sentí un poco mejor. Elegí un vestido de látex negro muy ceñido que se ataba al cuello y dejaba mi espalda al descubierto. Tenía un escote profundo por delante que me llegaba casi hasta el ombligo. Mi hermoso esposo me esperaba en la habitación mirando su móvil, estaba bastante informal y sexy, remera negra escote en V y un jean negro.—Y pensar que todo eso es mío —dijo despu
Cuando nuestras respiraciones se normalizaron, me soltó. Nos arreglamos la ropa y subimos al ascensor.—Si mañana nos echan del edificio es tu culpa —declaré divertida.—No lo pensé bien, fue un impulso.—Bien, empieza a buscar nueva casa cariño, solo por si acaso.—¿Quieres mudarte?—Era una broma Dan.—No, hablo en serio. ¿Te gustaría que comprásemos una casa?—No soy del tipo de persona que vive en una gran casa.—Lo sé. A mí me gusta éste piso. Pero quizás deberíamos pensarlo.—Bien, lo discutiremos luego cariño.Llegamos a la casa y Xander nos recibió alegre, nos fuimos a la cama y volvimos a hacer el amor.Nuestra vida juntos era muy cómoda y ordinaria. Pero de alguna manera me encantaba. No me sentía atrapada en la ru
Estaba inmersa en el trabajo y la música estaba fuerte, no escuché cuando Dante entró en la oficina.—Hola preciosa —dijo en mi oído y tomándome por la cintura y haciéndome saltar del susto.—Dante por amor a dios, casi me matas del susto.—¿Esperabas a alguien más?—Mi esposo puede venir en cualquier momento.—Entonces tendré que ser rápido —remató. Giró mi silla y me besó apasionadamente.—Debemos estrenar la oficina —susurré juguetona mientras aflojaba su corbata.—Hmmm estrenaremos lo que quiera señora Navarro —me levantó por el trasero y me sentó sobre el escritorio. Subió mi vestido y la frágil tela de mi tanga se rasgó en sus manos. A tientas abrí su cremallera y busqué su delicioso miembro. La pasión nos
Nos acercamos hasta donde el sacerdote griego había montado un altar al pie del templo.Dan tomó mi brazo, y me condujo hasta allí. Y el hombre comenzó a hablar.—¿Vienen por su propia voluntad? —preguntó y ambos respondimos:—Sí.—Nos encontramos en el Templo de la Diosa Afrodita Pandemos, para que estos dos amantes sean cubiertos con su cálido manto y les brinde una vida de amor y deseo. Que en su mesa jamás falte el pan y que la prosperidad abunde en su casa. Que su descendencia sea grande y la llama de su pasión jamás se extinga. ¿Tienen sus votos?—Sí —respondió mi adonis, se giró para ponerse frente a mí y mirarme a los ojos. Agarró mis manos entre las suyas.—Desde la primera vez que vi tus hermosos ojos, supe que mi vida cambiaría por completo. No hay un solo minuto de
Durante las siguientes semanas, el trabajo me absorbió por completo. Por supuesto siempre encontraba la manera de, aun así, disfrutar de mi adonis y de mis amigos. Pero la rutina comenzaba a afectarme. Olivia se convirtió en una compañera de juegos asidua para nosotros. Y la pasábamos muy bien los tres juntos. Cuando el primero de junio llegó ya teníamos todo listo para el viaje de verano. Dan lo había organizado y yo no tenía idea de dónde iríamos. Por mucho que pregunté, no me enteré de nada. Solo dijo que pusiera ropa de verano en la maleta. Esa mañana, muy temprano fuimos a dejar a Xander con mi hermana, ellos lo cuidarían en nuestra ausencia, y de ahí al aeropuerto, donde el jet de la empresa Navarro Inc. nos esperaba.—Ya estamos en el avión, dime donde vamos —insistí.—Me pediste que te sorprenda. Ahora nada de
Último capítulo