Se sentó en el borde de la cama y abrió sus piernas para que yo me pusiera en medio, estiró su mano y le di la mía.
—Eres un maldito, me has torturado toda la cena.
—Lo sé nena.
—Me las pagarás.
—No, no lo haré, no funciona así y lo sabes.
—Buscaré la forma de vengarme.
—Entonces el castigo será mucho peor. ¿Eso quieres?
—No —respondí haciendo puchero como una niña, cada vez me encabronaba más. Sonrió macabramente y se relamió el labio.
—Que hermosa te ves así nena. Ni te lo imaginas.
—Eres injusto.
—Las relaciones D/s no son justas Lex, ya lo sabes —hice una mueca restándole importancia, me comportaba como una niña caprichosa y lo sabía, pero no podía evitarlo. Un duro azote estalló en mi na