—Sol... discúlpame por esto. Se que estás pasando un momento desagradable...pero ya no tengo aguante—gira el rostro hacia mí y me quita rápido el cinturón.
—¿Eh? —y siento el tirón hacia él.
Me devora la boca con una urgencia desesperada, tan hambriento que apenas me deja respirar. Es como si intentara fundirse conmigo.
—D-Dante... —suspiro, y él me sujeta con firmeza, soltando mis labios y acomodándome un poco mejor en su regazo.
—Necesitaba esto —dice con su frente apoyada a la mía.
—Lo siento... —me quedo acurrucada a su pecho.
—¿Por qué?—preguntó con una risa.
—Mi familia es desagradable... Lamento que te hayas enfrentado a ellos —frunzo el ceño.
—¿No dijiste que tu única familia era yo? —responde con recelos.
—Eso dije... —pero él me interrumpe.
—No me importan ellos. No pienses más en lo que digan. Son unos completos imbéciles. Aunque ya lo suponía —lo miro a los ojos y sostengo su mirada.
—No me gusta que estés golpeado—su mirada se intensifica y me aprieta la cintura con ambas