Ambos nos miramos mientras desayunamos. Sol ríe.
—Debemos parar... De verdad tienes muchas ojeras—dijo después de masticar.
—Te acuestas a mi lado desnuda, ¿qué esperas que haga si no puedo controlarme?—
—Okay, dormiré con ropa—
—Ni lo sueñes. Con ropa para los demás. Conmigo, siempre sin nada—negó riendo.
—Dante, quiero ir a la escuela de arte. Yo puedo pagarla si tú no quieres. Con este caso me darán una indemnización de un millón de dólares y...—me miraba con timidez.
No podía negarme a que estudiara...aunque eso significa dejarla exponerse al peligro.
—Vas a llevarlo al banco y lo dejarás ahí—escupí molesto.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó confundida.
—No necesitas ese dinero. Yo tengo todo lo que tú necesitas. Pagaré esa estúpida escuela, pero escúchame bien, Sol: vas a estar vigilada, ¿entendido?
Sonrió, se levantó y me abrazó, dándome varios besos en la mejilla.
—Te quiero tanto—dijo sonriendo.
La agarré del cuello y le mordí el labio inferior.
—¿En serio me quieres?—
No podía creer