Todos los perros comenzaron a aullar de manera desgarradora, Abby empezó a murmurar unas palabras en arameo, logrando que Luthzer se le crispara el rostro pálido. Vi sus intenciones, la iba a lastimar. Me interpuse y me abalancé sobre él, cayendo los dos lejos de Abby. Luthzer me agarró del cuello y me lanzó contra el suelo fácilmente.
—¿Crees que dispone de la capacidad para enfrentarme?
—La ten… tendré —dije con dificultad.
Luthzer me acercó a él y me tomó por los cabellos como si me fuera a arrancar el cuero cabelludo.
—No la tendrás —me aseguró—. En aquel momento coloqué mis palmas en su pecho y permití que mi naturaleza recién adquirida hiciera lo suyo, quemándole la piel lechosa