La niebla comenzaba a despejarse lentamente, dejando que la luz de la luna filtrara con más claridad a través de los árboles. Cada paso que dábamos parecía resonar en el aire, y aunque el silencio parecía menos denso, no dejaba de ser inquietante. Sabía que nos acercábamos al clan, al lugar donde todas las respuestas que buscábamos nos aguardaban, pero también sabía que lo que encontraríamos allí no sería simple. El clan ya no era lo que habíamos dejado atrás.
Ashen, con su postura vigilante, lideraba la marcha. Cada movimiento que hacía era calculado, su cuerpo al frente, como un escudo para Dorian y para mí. No estaba dispuesto a arriesgarse, y aunque sabía que el camino hacia el clan se volvía más tenso, su confianza en que estábamos listos para enfrentar lo que se nos viniera era lo que nos mantenía firmes.
Dorian había dejado de hablar tanto, pero su presencia era una constante detrás de mí. Aunque su actitud era menos desafiante, podía ver en sus ojos que aún mantenía las mismas