La noticia de la pasantía no dejaba de rondar la mente de Clara. Al principio dudó: “¿Y si no soy suficiente? ¿Y si fracaso? ¿Y si no puedo con la presión?”. Pero la voz de su profesora resonaba con firmeza en sus pensamientos: “No permitas que nadie te robe tu futuro”, sus palabras le dieron esperanzas y decidió aceptar la oferta de la profesora Herrera.
El día siguiente que recibió la noticia oficial de su pasantía, Clara fue invitada a una pequeña reunión organizada por el bufete para dar la bienvenida a los nuevos pasantes. Era una tarde fresca, y en la sala de conferencias se encontraban al menos diez jóvenes, todos con carpetas en la mano y rostros que mezclaban nervios con ilusión.
Clara tomó asiento al final, sintiéndose algo fuera de lugar, pero pronto notó que las conversaciones fluían con naturalidad. Una de las chicas, de cabello rizado y voz vivaz, se inclinó hacia ella.
—¿Tú también vas para el área de paisajismo? —preguntó con una sonrisa.
—Sí… —respondió Clara con timi