Con el paso de las semanas, Clara dejó de ser “la pasante nueva” y comenzó a ser vista como un talento con futuro. Sus ideas frescas y su manera de observar los detalles impresionaban a todos en el bufete.

Una mañana, en plena reunión de proyectos, el arquitecto principal pidió sugerencias para un diseño de plaza comunitaria. El resto del equipo presentó propuestas tradicionales, pero Clara, después de pensarlo un instante, levantó tímidamente la mano.

—Yo… pensé que podríamos integrar un área verde más amplia, con jardines que no solo decoren, sino que eduquen. Plantas locales, medicinales, frutales. Un espacio que la gente sienta suyo, no solo de paso.

El silencio duró unos segundos que le parecieron eternos. Luego, el arquitecto sonrió.

—Interesante… Clara, desarrolla esa idea y tráela en el próximo encuentro.

Aquella tarde se quedó en la oficina hasta tarde, dibujando, investigando especies nativas, trazando un plano que mezclaba lo estético con lo útil. Al entregarlo días de