El corazón de Clara tardó dos años en reponerse de la traición de Eduardo. A veces, al cerrar los ojos, aún veía su sonrisa y sentía ese vacío punzante en el pecho. Se había prometido a sí misma no volver a confiar, pero la soledad pesa más cuando eres joven y sueñas con ser amada. Fue entonces cuando apareció Facundo Ramírez. Era un hombre muy atractivo, de rostro perfecto y de físico envidiable. Su voz… esa voz grave masculina, profunda, con un timbre envolvente, parecía atravesar las defensas de Clara. Cada palabra que decía vibraba en el aire como una melodía, y poco a poco la fue envolviendo. Él era once años mayor. Y esa diferencia, lejos de asustarla, la hacía sentir más protegida. “Alguien con experiencia sabrá cuidarme, no engañarme como Eduardo”, pensaba. Al principio, se mostraba atento, caballeroso, dispuesto a escuchar. Clara, herida y vulnerable, confundió atención con amor. Pronto se convirtió en su todo. La primera vez que se entregó fue con él, y aunque fue un paso
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