El teléfono vibró sobre la mesa y Mateo lo tomó con manos temblorosas. El nombre que aparecía en la pantalla era un recordatorio de que todo estaba a punto de cambiar: su tío. La llamada se abrió y la voz profunda, marcada por el acento de la tierra natal, irrumpió en el silencio.
—Чи є якісь новини? Поліція щось знайшла?
—¿Han sabido algo de ella? ¿La policía ha dado con su paradero?
Mateo cerró los ojos un instante. Su garganta estaba seca, pero respondió en el mismo idioma.
—Ні. Факундо завжди готовий. Поліція зв'язана.
—No. Facundo está listo. La policía está atada.
El tío guardó un silencio breve. Cuando habló, lo hizo con voz apacible pero firme, tan cortante como una hoja bien afilada.
—Моя пропозиція залишається в силі. Це ти вирішуєш: твоя дружина залишається зниклою… чи ми допомагаємо тобі її знайти.
—Mi propuesta está en pie. Tú decides: o tu esposa sigue desaparecida… o te ayudamos a encontrarla.
Mateo sintió que el aire le quemaba en los pulmones. La des