85. ¿Te gusto?
Nuestros cuerpos vibraban y el mínimo asentimiento provocaría que se estremecieran aún más. Lo deseaba con todas mis fuerzas, pero mientras no estuviera todo seguro, era como una banda en la herida de bala. Su mirada penetrante me paralizaba, mis piernas temblaban y nuestras respiraciones se acompasaban.
—Laurent, no me has respondido aún —con sus labios comenzó a rozar la piel delicada de mi cuerpo, aún hablando ronco por el deseo—. Déjame satisfacerte, me dedicaré a ser tu objeto de placer donde solo tú podrás sentirte amada y ansiada.
El roce se tornó en suaves besos que se acomodaban sobre mi piel. Trazaban un camino en un mar de satisfacción donde yo deseaba ser atrapada. En un rápido movimiento, Brian retiró el té de la estufa para detener el pitido, pero en mi interior el calor seguía vivo.
Volvió a mí con su mirada de depredador y la respiración agitada. Sus dedos rozaron con lentitud la piel de mis brazos, como si tocaran una rosa que deseaba ser cuidada. Su sonrisa se curvó