69. Una cualquiera
El ambiente parecía estar hecho solo para disfrutar.
Aunque Victoria intentó hacer una escena, la fiesta pareció ajena a lo que acababa de pasar. Había risas y conversaciones elegantes donde todos mostraban que disfrutaban de la noche. La música de orquesta envolvía cada rincón del lugar. La brisa refinada me acariciaba con suavidad.
¿Debía acostumbrarme a esta vida? No… no necesariamente. Que estuviera rodeada de dinero no significaba que tendría que volverme mezquina.
Me dejé llevar por el destello y las risas discretas. Brian tomó mi mano con seguridad y suavidad, sacándome de mis pensamientos. Sus ojos me miraban con un brillo especial, como si en ellos solo existiera yo. Su mano me sujetó por la cintura, guiándome para bailar.
—Cariño, ¿quieres bailar? Prometo dejar que me pises sin quejarme.
Su tono era lo suficientemente posesivo como para decir “No te dejaré escapar”.
Su mirada, llena de chispa, me arrancó una leve sonrisa.
—Tranquilo, te impresionaré con mis pasos de vals. ¿R