17. Nadie te verá
Estaba sumamente ansiosa.
El internet era lo peor para cualquiera… y más aún para cualquier ser humano que estuviera a menos de un metro de Brian.
Una vez insinuaron que salía con una joven actriz y terminó tan acosada que daba miedo. Yo, con terror, buscaba el mensaje donde aparecía una foto de revista que hablaba de la “desconocida” que le robó el corazón al magnate de Nueva York. Desde el ángulo, no se veía mi rostro.
Ahora sí quería que me tragara la tierra.
¿Tenía tiempo de cambiarme el nombre?
Sí. Ya tenía el nombre perfecto. Me llamaría María Contreras, una linda chica que trabaja en una floristería rural donde las vacas serían mis mejores amigas. Discutiría con ellas sobre cuáles eran los mejores pastos.
Oh no, tal vez uno mejor: me llamaría Ekaterina y me mudaría a Rusia. Me dedicaría al negocio del hielo y se lo vendería a los pingüinos.
Sí. Esa era la mejor opción.
Desesperada, lista para lanzarme por la ventana, escuché un suave toque en la puerta del baño.
No dije nada. Q