¿Le darías un beso a tu jefe si te lo pidiera?
Muchos dirían que sí, pues Brian era un hombre que muchas querían tener solo para ser besadas. Me mantuve en total silencio, ignorando su beso, acercándome a donde estaba la pocilga.
—Señorita Torres, no me ha respondido.
—Brian, antes de besarte, besaría a un cerdo mil veces… sería una experiencia más placentera que besarte.
Quería enojarlo, que se sintiera insultado, pero lo que recibí fue una coqueta y encantadora sonrisa.
—Vaya, qué halago tan sincero… Supongo que eso dice mucho de tu gusto, ¿no? —Su tono se volvió más seductor, espeso—. Eso quiere decir que te gusta un beso demasiado puerco. Yo puedo ayudarte con eso.
¡Su tono!
A pesar de que tenía su tono de siempre, se mezclaba con un matiz seductor que hizo que mis piernas quisieran ceder. Estuve peleando con mi cabeza de manera intensa para tranquilizarme un poco.
Era como si dentro de mí se estuviera librando una batalla campal:
Mi ángel interno, con su vocecita moral y una panc