Sipnosis. Amar. Una corta palabra para todo lo que conlleva. Un año de mi vida, lo perdí amando a la persona equivocada. ¿Qué hacemos cuando lo que damos no es suficiente para recibir lo mismo devuelta? ¿Qué hacemos cuando amar se convierte en un dolor punzante e incesante? Desearía regresar el tiempo atrás y no amarte como lo hago. ¿Pero a quién engaño si con cada día que pasa solo tú estás en mi mente? ¿Desde cuando amar se ha vuelto tan caro? Ahora me toca pagar el precio alto de esto, de ese sentimiento. Mirándome al espejo repito una y otra vez en voz alta el mantra que me acompañara de por vida: - "No más amor Krista".
Ler mais— ¿Krista tienes todo listo?
— Sí, todo está quedando perfecto. — ¡Claro que sí! Si Alessandro no quita su cara de culo magistral que carga veinticuatro siete con esta sorpresa. Entonces nada lograría quitársela de la cara . Reí un poco, él tenía razón. Alessandro suele ser muy amargado en ocasiones, espero que hoy su carácter no salga a relucir. Sé que odia las aglomeraciones y lo despampanante en sí. Yo no lo culpo yo también, pero hoy es un día especial. Hoy aparte de ser su cumpleaños también es la celebración de nuestro aniversario. Hace unos días cumplimos un año juntos, pero hoy decidí organizar está pequeña reunión y aparte de esta sorpresa también tengo otra cosa que decirle. La decoración es ostentosa, tanto como sus gustos lo son. Aunque solo seamos cinco personas incluyéndolo a él ya que nuestra relación es aparte de prohibida, secreta, quise hacer de este día uno gigante e inolvidable. ¿Será ya tiempo de decir abiertamente al mundo que somos pareja? ¡Que se jodan los que estén en contra! Yo solo espero y ruego al cielo que él esté listo. Sé que es difícil irnos en contra de nuestras familias, pero que más da. El amor todo lo puede. ¿O no es así? Bajo mi vista inconscientemente a mi abdomen, aunque es muy pronto para que se note lo que llevó allí, sé que es más que una muestra viviente de nuestro amor y razón suficiente para dar el siguiente paso. — ¡Es tiempo! Él ya llegó. Todos nos colocamos en nuestros respectivos lugares, yo en cambio me pare a un lado del ascensor. Este abrió sus puertas y de él salió el hombre que más amo en este mundo. Las luces se encendieron y: — ¡¡Sorpresa!! Mi corazón se hinchó de alegría cuando su sonrisa se ensanchó de oreja a oreja y es que no es para menos, somos las personas más importantes para él, quiénes estamos aquí para celebrar su día. Le abrazó y él correspondió mi abrazo sin dudarlo, no pudo evitar darme un casto beso frente a todos, son ellos de confianza siempre lo han sido. Todas las personas aquí presentes, somos solo una viva imágen de que el odio no dura para siempre. Mi cuerpo reaccionó a él como desde el primer día, las inmensas corrientes eléctricas se paseaban por todo mi cuerpo deseosas de causar una tormenta en mi. — Te ves muy hermosa hoy. — Solo para ti. – le susurré bajito. — Además también tengo un lindo conjunto debajo de la ropa. Ambos sonreímos y otro tierno beso fue depositado en mi mejilla, aunque una sonrisa adornaba el rostro de Alessandro siento que algo en él no anda bien. No se siente del todo a gusto. Aún así la noche pasó rápido entre juegos, cena y un par de brindis. Despedimos a tan solo nuestros tres invitados y quedamos solo él y yo. Era momento de saber lo que pensaba. O al menos intentar saber. — Está es la peor parte de las fiestas. Tener que recoger el desorden. — dijo él rompiendo el silencio y creciente malestar de mi mente. Este es el momento perfecto para intentar saber lo que piensa con respecto a los niños. — Jajajaja, aunque creo que son peores las que involucran niños. Imagínate tener que ir recogiendo por un lado y tener una cosita tremenda desordenando por el otro. Aunque sería algo tierno. Le comenté risueña, aunque el tono nervioso no abandonó mi voz. — Sí, es por eso que no quiero tener bebés jamás. Para cositas tiernas, ya te tengo a ti. Se acercó a mí y colocó un mechón de mi largo cabello detrás de mi oreja, mientras que delicadamente tomó mi rostro entre sus manos. >> Quiero que seamos solo tu y yo para siempre. Imagínate, viviremos vacaciones inacabables. Podemos viajar de un lado a otro sin preocuparnos por nada. Tomo mi cintura delicadamente, también alzo mi brazo e hicimos una especie de baile alrededor de la sala, rei un poco, se me vino a la mente intentar agregar algo más: — Unir nuestro amor mediante una boda sería una manera hermosa de un para siempre. Le dije bajito y bajando mi mirada con cierto temor a su respuesta, sé que teníamos quizás para muchas personas muy poco tiempo juntos. Que en un año es muy pronto para una boda, pero la verdad era que lo de nosotros es especial y verdadero quiero pensar, yo estoy perdidamente enamorada de él, creo pensar que él también siente lo mismo por mi. Él alzó mi cara tomándome por el mentón. Sus ojos verdes contrastando con la luz se veían hipnotizadores. Solo que lo que salió de sus labios mató toda y cualquier ilusión que estuviera creciendo en mi mente. — No es que no sienta nada por ti Krista, te adoro con locura. Solo que no quiero títulos en nuestra relación, cómo estamos, vamos bien. Estamos perfectos así, decirle al mundo que tenemos una relación es abrir la puerta a nuestra intimidad. Me adora con locura, pero no me ama. Hace unos meses atrás esa confesión me hubiese encantado escucharla, me hubiera parecido tierna. Pero después de cierto tiempo juntos y por todo lo que hemos pasado esperaba al fin que sintiese lo mismo que yo, que se sintiera igual que yo. Con ganas de gritarle al mundo que nos amamos. Mi corazón comenzaba a resquebrajarse, lo sé, podía escucharlo. Mis oídos pitaban de una creciente rabia ligada a la decepción. ¿Cómo podría decirme eso? — Alessandro. Dije su nombre con mi voz suplicando en cada letra. — No, Krista. Cambiemos de tema mejor, ¿Porque celebrar mi cumpleaños? Te dije mil veces que este día no era precisamente mi preferido, no quiero recriminar nada, solo no lo hagas de nuevo. No me siento bien celebrando este día, no tiene nada de especial. — No Alessandro, no voy a cambiar de tema. No puedes huir siempre de las conversaciones importantes, ¿Porque estás tan renuente a anunciar que nos queremos?. Y bueno perdón por intentar hacer de este día uno diferente para ti. Dije en el mismo tono molesto que él utilizó conmigo. Su cara se volvió un poco más blanca de lo que ya era por un momento, solo para volver a retomar pero el color del creciente enojo, estaba tan rojo que cualquier persona que lo viera pensaría que se está muriendo ahogado. No entiendo porque es que se enoja tanto. Lo que me emputaba más de toda esta situación era que aún así se estuviera atragantando con las palabras era incapaz de decirme nada. >> Entonces ¿Qué quieres de mi? Juro que no te entiendo. Alessandro ¿Tu no me amas? ¿No es tu sueño formar una familia conmigo? — Hoy no Krista, hoy no. — ¡Al menos dime una maldita vez qué es lo que sientes por mi Alessandro! ¿Aún crees que me amas? ¿Sigues creyendo? ¿No estás seguro? Silencio, eso fue lo que recibí. Cuando utilizamos el silencio como respuesta es porque no tenemos nada bueno que decir para justificar nuestras acciones. Me dejó ahí en medio de la sala, sola, devastada y sin saber que hacer, escuché las puertas del ascensor ser abiertas y comprendí que a él simplemente no le interesaba yo en lo más mínimo y mucho menos le iba a interesar el ser que llevaba dentro de mí. Una semillita que creía sería el fruto de nuestro inagotable amor. ¡Que tonta había sido al creer en eso! No entendí qué era lo que hoy no era. Mi corazón se encontraba ya roto, me fui directo a la cocina y tomé las dos copas de champagne que había dejado servidas para nuestro brindis más tarde. No iba a permitir que mi dignidad se siguiera yendo por un caño. ¿Que creías Krista que una pobre niña ingenua cómo tú conquistaría el corazón de un estúpido Playboy, soltero ante el mundo y millonario? Pero si la respuesta es algo simple, no hay que ser muy inteligente para saber lo que pasa. No le estoy pidiendo mucho, simplemente que me ame como yo lo amo a él, pero a veces las cosas no son como se espera que sean. Debo aceptar que fui un capricho, un gusto más que se dió el lujo de tener y ya. Una lágrima traicionera se deslizó por mi mejilla, de inmediato la limpié. Si él no siente nada por mí, tampoco lo voy a obligar a hacerlo. ¿Es muy difícil amarme? Supongo que sí. >> Me encargaré que no sepas más nunca de mi Alessandro Fiore y mucho menos del bebé que llevo dentro de mí, no rogare tu amor para nosotros, ni el tuyo ni el de nadie más. Tomé mi bolso y me fui de ahí. Me fui para siempre. ********** Más tarde en la madrugada en un frío y recóndito bar de la ciudad de Roma se encontraba Alessandro, recordando con frías lágrimas la muerte de su madre. Había sido en realidad hace tanto tiempo, pero él seguía recordando como si hubiese pasado apenas hace un año. Cada año le dolía un poco más, solo por la irresponsabilidad de algunas personas él no tenía uno de los pilares importantes en su vida. Su ausencia se hacía notar mucho, es por eso que quizás no sabía cómo tratar a su amada Krista. Ella era tan obstinada, en realidad ambos lo eran. No sabía darle eso que ella tanto anhelaba. Pero la verdad era que él no veía su vida sin ella, si bien le aterraba traer un pequeño al mundo o en su defecto casarse, más le aterraba perder a la chica que es el amor de su vida. ¿Por qué tanto interés de Krista en formar una familia? ¿Que me ocultas Krista? ¿Estás embarazada? Pensó. Negó con su cabeza sonriendo. El sol ya comenzaba a salir aunque el alcohol aún inundaba su sistema, sus pensamientos se encontraban en orden y ahora tenía varias preguntas que hacerle. Se apresuró a llegar a su departamento, debía disculparse con Krista y arreglar las cosas. Había decidido algo y eso era pasar el resto de su vida con ella. ¿Es que era un idiota? ¿Cuánto más iba a esperar para que quizás llegase otro y la arrebatará de su lado? Debía apresurarse. ¿Qué era más romántico que pedirle a su amada matrimonio con unas cuantas copas encima? Después de todo vivían en la ciudad del amor, cualquier acto arriesgado y bienaventurado era una muestra gigante de amor. Cuando las puertas del ascensor se abrieron sólo la vasta soledad en aquel gigante penthouse lo recibió. Krista se había marchado. Pero no era muy tarde, tendría tiempo para buscarla directamente a la residencia estudiantil y pedirle de una buena vez que se casará con él. No iba a perder más tiempo. ************El umbral del Hotel Aurelius era un portal hacia un mundo de terciopelo y susurros calculados. Krista, con Maximiliano de la mano, cruzó la entrada como una aparición esculpida en la incertidumbre. Su vestido azul rey, un lienzo de satín líquido, absorbía la luz cálida de los candelabros, devolviéndola en destellos que atrapaban miradas furtivas. Maximiliano, con sus pequeños zapatos lustrados resonando en el mármol, irradiaba una curiosidad infantil que contrastaba con la tensión palpable en el agarre de la mano de Krista.Un murmullo sordo serpenteó entre las conversaciones cuando algunas damas de sociedad reconocieron fugazmente el rostro de Krista. Un caballero cuchicheó a su acompañante: —¿No es esa la Coppola que se fue hace años? La que desapareció... qué descaro volver.Otro respondió con desdén: —Y mira con quién viene... el hijo de ese Fiore.En una esquina, Giann observó la llegada de Krista con una mueca de puro disgusto. Se acercó a Karim, su rostro congestionado de bil
El aroma del café recién hecho llenaba la cocina mientras Krista picaba con esmero y dedicación frutas para el cereal de Maximiliano. El niño, con el cabello despeinado y una sonrisa somnolienta, se sentó frente a ella en la pequeña mesa del comedor.—Gracias, Kris —dijo, removiendo su cereal con entusiasmo.—. Ayer te esperé un largo rato, pero la nana Nicola me dijo que debía dormir temprano para amanecer fresco como lechuga el día de hoy. Krista le sonrió. Era el niño más dulce, sin duda, no parecía haber sido criado por Alessandro Fiore, que sin duda desde siempre se había comportado como un ogro en automático. — Pero sí es con todo el gusto mi peque, Nicola tenía razón. Sí no dormías temprano ayer, hoy ibas a parecer un mapache. Maximiliano se echó a reír mientras su mente le hacía visualizar a un pequeño zombie somnoliento, haciendo que su sonrisa se viera opacada por puro horror. Krista no pudo evitar reír también y en un acto reflejo, solo revolvió el cabello rizado de Maxi
El ambiente se había vuelto tan pesado que Krista y Lucca aún no se habían dado cuenta de cuando se habían encerrado en la habitación vacía del hospital. Era uno pequeño y muy privado por lo que no les pusieron peros al hacerlo. Toda la gente que frecuentaba el lugar era del mejor prestigio. Aún así no prestaron atención, y aunque pensaron que solo dos pares de oídos estaban atentos a la confesión, uno más se había colado. ***El silencio que se desató después de la confesión de Krista fue tan espeso como el aire de una tormenta contenida. Lucca no dijo una palabra. Tenía la mirada clavada en el suelo, como si intentara descifrar un universo imposible desde las baldosas. Krista, por su parte, sostenía los brazos cruzados, apretando con fuerza los codos, temblando no de frío, sino de haber desenterrado un pasado que dolía más de lo que recordaba.Estaba nuevamente destruida y reconstruyéndose en el acto. Todo por su hijo. —Así que… fue por eso —murmuró Lucca, apenas audiblemente—.
Quiso preguntarle a Lucca a qué se refería pero su cuerpo actuó por sí solo, entrando a la recepción y corriendo escaleras arriba. Irrumpió en su apartamento, dió gracias a Dios de que Nicola haya salido hace al menos quince minutos, a llevar a Maximiliano a dar una vuelta mientras ella compraba la despensa. El olor del café recién hecho le revolvió el estómago.Krista cerró los ojos, sujetándose del marco de la puerta. Un sudor frío le recorrió la nuca y, sin previo aviso, corrió al baño. Cayó de rodillas y vomitó con violencia, como si su cuerpo tratara de expulsar no solo el contenido de su estómago, sino también los fantasmas que la acosaban desde hacía días, años. —¡Krista! —gritó Lucca desde el comedor—. ¿Estás bien?Ella no respondió. Se enjuagó la boca rápidamente, temblando. La idea había estado latente, agazapada como una fiera al acecho. Pero ahora, después del beso con Alessandro y ese actuar extraño, después de mirar a los ojos de Maximiliano y reconocer en ellos un re
Su beso era tan voraz que ahogaba mis sentimientos y pensamientos en contra de él, era un beso como los de antes. La confusión me hizo dejarme llevar, de un momento a otro me encontré siguiendo su beso y mis piernas temblaban, todo mi cuerpo ardía completamente. Sus manos subieron acariciando mis brazos descubiertos hasta posarse en mis mejillas apretando fuertemente, exigiendo abrir mi boca para que su lengua entrara en su totalidad.Mi mente se fue a las caricias pasadas y definitivamente todo era exactamente igual, mi entrepierna se sentía húmeda y mis pezones duros. Me soltó su boca al fin porque creo que el aire ya se le estaba agotando en sus pulmones, se separó un poco para mirar directamente a mis ojos. Vi en los suyos un deseo de anhelo. — Dime que tú también aún sientes lo mismo. Volví de nuevo a la realidad y lágrimas se formaron en mis ojos de inmediato. ¿Por qué él actuaba así? No puedes solo andar por la vida destruyendo la vida de las personas y luego querer armarlas
Lucca salió del apartamento apretando muy fuerte aquella memoria USB en su mano. Se fue directamente a la empresa, era muy entrada la noche pero cuánto antes encontrará al culpable, mucho mejor. Para él era inaceptable dejar ir ileso a la persona que intentó dañar de diferentes formas a su socia. En su mente aún se paseaba la curiosidad de saber la relación entre Krista y Alessandro. Su pasado. Todo indicaba muy cruelmente que él jamás tendría una oportunidad con ella si Fiore y su pequeño niño estaban presentes, lo llenaba de una inmensa indignación la manera en la que lo sacaron de la casa. Para él todavía era horrible la manera en que Alessandro trató a Krista cuando Maximiliano se perdió y que también permitió que Verónica trapeara el piso con ella. Aunque parecía que Krista estaba de acuerdo con eso. Cosa que lo mortificaba aún más. *****Narra Alessandro Fiore.(Hace cinco años atrás) El olor a incienso rancio impregnaba la biblioteca de la villa Coppola. Las cortinas esta
Último capítulo