110. Dicha
Cuando Tatiana termina de hablar, los ojos de Gladys yacen estáticos allí, como si realmente no lo creyeran, entusiasmados, abiertos y con las secuelas de sus anteriores lágrimas. Germán afirma con un gesto de la cabeza, acercándose también con un semblante calmado.
—¿Estás hablando en serio? —Gladys le cuesta creerlo. El papel entre sus manos muestra que es verdad. Allí está su nombre. Lo más importante para Carolina, para ella también, porque había trabajado duros en sus años de juventud para tomar las riendas y ser útil, ser exitosa. Esmeralda simplemente lo arruinó por envidia y jamás pudo mostrarle a Carolina lo que con tanto fervor y dedicación habían trabajado. Sobre todo ella. Estudiaba día y noche para ser la próxima heredera, y nada de eso funcionó. Sus sueños se los arrebataron de las manos—. Tatiana, ¿esto es en serio?
—Mañana te acompañaré a la empresa para que puedas verlo por ti misma. Germán nos acaba de traer el papeleo para que yo, como jueza, vuelva a darte la t