Mientras la noche avanzaba y la ciudad dormía, el mundo virtual ardía con la inesperada noticia.
Las redes sociales estaban en ebullición, llenas de comentarios, especulaciones y teorías sobre el matrimonio repentino de Mila y Aldo.
“¿Es una broma? No es primero de abril.”
“¿Desde cuándo estaban enamorados en secreto?”
“¿Mila está actuando por despecho?”
Algunos se burlaban, otros felicitaban con entusiasmo, y había quienes se desgarraban por dentro al leer la noticia.
Para algunos, era un cuento de hadas, el destino uniendo a dos almas predestinadas; para otros, era un escándalo, una locura sin sentido.
Entre los espectadores estaba Arly, quien al ver el video sonrió con cierto alivio.
«Si Mila se casa con Aldo, tal vez todos dejen de señalarme como la villana. Quizá ahora me dejen en paz...» pensó con una satisfacción oculta. Además, Aldo era guapo, rico y exitoso.
A simple vista, el hombre ideal para Mila. Tal vez, después de todo, esto era lo mejor para todos.
Pero no todos compart