Capítulo: Esta vez no escaparás.
—¡Mamita, no te enojes con lobito feroz! —suplicó Mila con ojos vidriosos, su manita aferrada a la de su hermana.
Paz sintió que su corazón se estrujaba, pero su expresión se mantuvo firme.
—Mia y Mila, vayan con su niñera al auto.
Las niñas vacilaron un segundo, mirando a Terrance con incertidumbre.
Finalmente, obedecieron y tomaron la mano de la mujer que las conduciría lejos de ese momento tenso.
A lo lejos, la enfermera y el guardia de Terrance se alejaron, casi desvaneciéndose entre las sombras.
Cuando Paz volvió la vista hacia él, sus ojos ardían con una furia contenida, con un odio que solo el dolor más profundo podía forjar.
—¿Qué demonios quieres, Terrance? —espetó, su voz cargada de rabia y desesperación—. ¿Qué tengo que hacer para que me dejes vivir en paz?
Terrance negó con la cabeza, su mirada era firme, pero en el fondo había algo más… ¿Arrepentimiento? ¿Duda?
—Lo único que quiero es la verdad, Paz —dijo con calma, aunque su mandíbula estaba tensa—. La ley ya lo dejó clar