—¿Me cumplirás mi deseo, amor? —susurró Belén con una sonrisa torcida, venenosa—. ¿La humillarás como yo quiero?
Iker guardó silencio. En su mirada había una sombra, una grieta.
El silencio se hizo espeso. Por un instante, pareció que algo en él dudaba, que el peso de lo que estaba por hacer lo rozaba, siquiera un poco.
Pero esa duda se evaporó como humo cuando vio los ojos de Belén, exigentes, dominantes.
Finalmente, asintió con lentitud, como quien firma su sentencia.
—Sí… lo haré.
Belén estalló en una risa aguda, desquiciada, como si hubiese ganado una guerra.
—¡Escuchen todos! —gritó a los demás—. ¡Prepárense para lo que viene! En la supuesta boda de Iker y Asha Durance, él demostrará quién es ella en realidad: una zorra usada. Una farsa de princesa. ¡Muéstrales, Iker! ¡Enséñales el video!
Iker se tensó. Cerró los ojos un instante. Dudó. El celular temblaba en su mano.
—Vamos, cariño… —susurró ella al oído—. Es solo una parte del juego. Es lo que planeamos.
Pero él no se movió. El