Seis meses después
El murmullo de la convención retumbaba suavemente por los pasillos del hotel.
En el baño del segundo piso, Dianella cerró el grifo, sacudió las gotas de agua de sus manos y se miró en el espejo.
Respiró profundo y dejó escapar un suspiro largo, alisando el cabello que enmarcaba su rostro decidido.
Sus ojos, oscuros y brillantes, reflejaban una mezcla de nerviosismo y confianza.
—Estoy segura de que voy a salir victoriosa —se dijo en voz baja, con una sonrisa que empezaba a nacer desde el fondo de su orgullo.
La puerta se abrió de golpe.
Una mujer de figura imponente y una joven de mirada arrogante entraron conversando entre murmullos.
Llevaban vestidos costosos, zapatos de diseñador, y perfumes que invadieron el ambiente como si marcaran territorio.
Dianella estaba por salir cuando la joven chocó bruscamente con ella.
—¡Fíjate por dónde vas, estúpida! —espetó la chica, cruzándose de brazos—. ¿Acaso no sabes quién soy yo?
Dianella arqueó una ceja y esbozó una sonrisa