ELAXI
En cuanto Marie termina la llamada de Ozzian, siento que estoy viviendo de nuevo el mismo infierno que viví con Oliver cuando me mantuvo encerrada dentro de aquellas jaulas.
—Ozzian, siempre tan considerado —chasquea la lengua—. Es tan lindo, él me ama, estoy segura. Tú solo eres una etapa de confusión que le tiene vendados los ojos.
Trago duro y trato de respirar con profundidad.
La luz se había ido y Marie aprovechó que estaba cerca de uno de los interruptores y la salida, por lo que me arrastró en medio del caos. Aún no descifro cómo es que logró colarse a la cena de gala; de lo que sí estoy segura es que me ha sacado a uno de los salones adyacentes, uno que se aseguró de que estuviera vacío.
—No tenemos mucho tiempo —dice de repente.
—Marie, no sé qué es lo que tramas, pero tienes que parar.
La palma de su mano golpea parte de mi rostro; el ardor por el golpe recorre la mitad de mi cara. La bilis se me sube a la garganta. ¿Qué demonios hace ella aquí? No lo comprendo, es que