La amenaza no llegó con balas ni explosiones. Llegó con papeles oficiales.
Emilia estaba revisando un informe cuando Mistery apareció en su oficina sin tocar la puerta, algo que nunca hacía. Su rostro, normalmente impenetrable, estaba tenso.
—Tenemos un problema —dijo—. Y es serio.
Ella dejó el archivo a un lado. —Dime.
Mistery le extendió una carpeta sellada con el emblema de Asuntos Internos.
Emilia sintió un vuelco en el estómago, pero no bajó la mirada.
—¿Una auditoría? —preguntó con calma.
—Una denuncia formal —corrigió él—. Anónima, pero muy bien armada. Te acusa de conflicto de interés, uso excesivo de la fuerza psicológica en interrogatorios y… —hizo una pausa— …manipulación emocional de sospechosos.
Sofía, que estaba sentada al fondo de la sala, se levantó de golpe.
—Eso es absurdo.
—Lo sé —respondió Mistery—. Pero está diseñada para obligarnos a reaccionar.
Emilia hojeó la carpeta. Fechas, nombres, extractos sacados de contexto. Informes reales… distorsionados con precisión