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32. Las dichosas consecuencias

Dante.

Oaxaca de Juárez.

Se me hacía increíble ver cómo el tiempo pasaba volando.

Los gemelos ya gateaban entre ellos como locos por todo mi cuarto alfombrado, después de haberlos estado observando atentamente durante varios minutos desde un sillón. Regresé la mirada hacia la ventana polarizada.

Tenía un penthouse renovado en el centro de Oaxaca de Juárez. Los demás conjuntos también me pertenecían; sin embargo, los rentaba para mezclar la fachada de mis hombres con gente "normal".

Contaba con seguridad las veinticuatro horas aquí.

Solo le dije a Indra que pasaríamos una temporada en este lugar porque renovarían nuestra casa en Puerto Escondido.

Nadie iba a poner un dedo ahí hasta que resolviera de fondo la situación que me había mencionado Jorge.

¿Cuál era el puto problema de Fausto con que Indra viera a su mamá? Sé que el estúpido de Villanueva no haría nada contra mí, ni contra mi cartel, pero algo dentro de mí me obligaba a estar siempre alerta.

Luka ya estaba avisado, claramen
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