14. Niño
Indra. Puerto Escondido, Oaxaca.
—La verdad creo que nos irá mejor con la práctica —dijo Sofía, hojeando ya su tercer libro en inglés sobre las etapas de crecimiento de un bebé.
Aunque había convivido con ella antes, sentía que apenas la estaba conociendo realmente. Sofía amaba aprender, a diferencia del ausente de su hermano.
Ella madrugaba todos los días sin falta para sus clases privadas de ballet, en el patio acondicionado solo para la más pequeña de la casa.
Despertar con música clásica me recordaba tanto a Ariana, a mamá, a los abrazos cálidos y la comida familiar.
—El hospital privado tiene todo lo necesario, pero nunca está de más ser precavidos —continuó Dasha, sin despegar la vista de su libro médico.
Con los meses, el español de Dashia había mejorado notablemente.
A pesar de los borrosos recuerdos de hace un año. Sabía de sobra que Dasha siempre había sido buena conmigo.
Devoré otro trozo de rosca de reyes rellena con nutella, con la mano libre acaricié mi creciente panza