—¡No te metas, Michael! ¡Esto no es asunto tuyo! —gritó Carlos, desbordado de ira.
—¡Usted no es más que un vil cobarde! —replicó Isabel con firmeza, interponiéndose entre él y quienes amenazaba.
—¡No me hables así, niñita! —respondió Carlos al notar el murmullo de los presentes.
—Le hablo como me da la gana, y más aún cuando es mi familia la que está en peligro.
Carlos la miró fijamente.
—Te pareces tanto a mí…
—¡Eso es un insulto! —gritó Isabel, enojada—. Usted y yo no nos parecemos en nada —añadió entre dientes.
Carlos bajó el arma con lentitud, llevándose las manos a la cabeza. Parecía haber perdido la razón.
—Ya sabes toda la verdad… —murmuró, con la voz quebrada.
—¿Qué está sucediendo, papá? —preguntó Junior, dirigiendo su mirada hacia Isabel—. ¿Tú sabes algo que yo no sé? —insistió, confuso.
—¿Por qué no le preguntas a tu padre? —respondió Isabel con amargura—. ¡Dile la verdad, Carlos! Ya es hora de que se entere de la clase de basura que tiene por padre.
—¡No te permito que le