—No le haré daño a Mary, la amo —se apresuró a decir Carlos—. Quiero que entiendan que estamos juntos —se sentó junto a ella y le tomó las manos—. Hija, amo a tu madre. No la lastimaría ni lo permitiría. Solo dame la oportunidad de demostrar que he cambiado.
—Yo no tengo problemas con eso. Solo quiero que ella sea feliz y, si lo es contigo, entonces está bien —respondió Isabel.
—Gracias, hija —dijo Carlos, acercándose para besarle la frente.
Isabel no se esperaba esa reacción de su padre. Luego él salió de la sala, visiblemente emocionado.
Isabel se sentó junto a Mary, feliz.
—Qué bien por ti, mamá. Me alegra verte así, que estés bien, que te sientas feliz.
Juliana también compartió la alegría de Mary. Pero la armonía se rompió cuando Junior apareció repentinamente.
—No quiero que mamá esté con él —dijo con tono tajante.
—Tú no puedes decidir por ella. Si mamá es feliz con él, lo demás no importa. ¡Sigues actuando como un niño pequeño! ¡Busca tu propia felicidad y deja que los demás t