—Como usted mande, padrino —contestó Michael, preocupado.
No había visto las cosas con claridad. La preocupación de su padrino se debía al nombre Mary. ¿Acaso era la misma Mary que trabajaba en la hacienda? ¿Y si Isabel tenía algo que ver con ella? Solo una persona podía sacarlo de dudas. No era muy grato hablar con Marcela, pero ella sí podría saber de qué Mary estaban hablando y qué conexión tenía con la familia.
—¿A qué debo el honor de tu llamada? —contestó Marcela al ver quién la llamaba.
—Quiero pedirte un favor. ¿Tú sabes quién es Mary?
—¡Ese favor te va a costar, mi querido Michael!
—¿Sabes o no sabes quién es Mary? —replicó Michael, un tanto enojado. Marcela siempre andaba jugando, y eso le molestaba sobremanera.
—Me encanta cuando te enojas —rió a carcajadas—. ¿No me digas que no te acuerdas de Mary? ¡Mary! Era nuestra niñera, tu querida amiga. Muy hermosa, la condenada, por cierto. Papá estaba obsesionado con ella.
—¿Y qué pasó con ella? —preguntó Michael, insistente.
—Se c