En el pueblo, todos sus habitantes se conocían, lo que facilitaba la investigación de Pedro más de lo que esperaba. Su objetivo era encontrar el paradero de sus hermanos y, aunque ya tenía indicios, no estaba del todo seguro de que fueran ellos. Había rondado la hacienda muchas veces con la esperanza de ver al joven, pero el estricto y numeroso esquema de seguridad de la familia le impedía acercarse. Decidió entonces seguir los autos de la familia cuando salían, pero tampoco podía acercarse tanto como hubiera querido.
Una tarde, para su sorpresa, vio en el lobby del hotel donde se hospedaba a una joven muy parecida a Mary. Intrigado, preguntó a una empleada quién era, y ella le respondió que era la hija de la dueña del hotel, la mujer que estaba a su lado. Pedro, extrañado, comentó que no se parecían en nada, a lo que la empleada le susurró casi al oído:
—Dicen que es adoptada.
Agradeció la información y, al observarla mejor, quedó impactado por el gran parecido con Mary; era como ver