SIENNA
Han pasado unas horas desde que Massimo y yo tuvimos nuestro primer encuentro. Y no sé cómo sentirme. ¿Emocionada? ¿Confundida? Dijo tantas cosas que jamás creí que pudieran salir de su boca. Era impresionante la forma en que cambió todo su rostro al confesar que me quería. Cuando se sinceró conmigo no parecía él mismo. O tal vez es al revés, Massimo nunca mostró su forma verdadera, hasta hoy. Solo para mí. Su verdad es solo mía.
Aún recuerdo la obra de arte que era la expresión de Matteo cuando nos vio salir de la habitación. Por supuesto estábamos fingiendo normalidad.
— ¿Y bien? —pregunta Matteo hacia Massimo, mientras anota algo en su iPad.
— Tienes frente a ti al nuevo Primo —responde el hombre a mi lado, ensanchando su sonrisa de satisfacción.
No estoy segura si se debe al intenso beso que nos acabamos de dar, o si es por su reciente nombramiento. ¿Ambas?
Inesperadamente, Matteo sonríe de la misma manera que él. Incluso, le da un fuerte abrazo mientras se palmean la esp